Miren que llevamos una temporada larga en la que los exabruptos de la clase política parecen una competición de a ver quién dice el más fuerte. De tanto leer a unos y otros, creía que me había insensibilizado, que tenía asumido que la frase rimbombante de hoy sería el leve rumor de mañana. Pero todavía me queda algún rescoldo de indignación contra las declaraciones políticas, porque no todo lo aguanta el papel (o la pantalla).
«Paradigma de la despoblación» y «geriátrico a cielo abierto». Dos expresiones que me han abierto las carnes de la indignación. ¿Despoblación? ¿Por culpa de quién? Parece mentira que Óscar Puente sea castellano y leonés, pucelano para más señas. Él debería saber los motivos de esa despoblación: la larga sangría que se viene sufriendo por culpa del Gobierno central en esta tierra. Y, si no, miren el ejemplo de la comarca ribereña, sin autovía ni tren, condenada por los señoritos gobernantes desde Madrid a la incomunicación.
¡Ah, no! Que ahora depende el Ministerio de Transportes del señor Puente. Seguro que él va a poner rápido solución. ¿A que sí? Él será el que en un plis plas reabra la línea del Directo y acabe la A-11.
Me reiría a mandíbula abierta si no fuese por lo de «geriátrico a cielo abierto». Muy poético, señor Puente, pero es deleznable que utilice la palabra geriátrico de forma despectiva, y más que acuñe la idea de que en Castilla y León no hay más que personas mayores. Muchas de ellas podrían darle lecciones de decencia y compromiso con un territorio que le vio crecer. Sus votos, los de muchos, le han servido para encadenar cargos públicos hasta llevarle donde está ahora.
Deje de menospreciar este territorio y póngase manos a la obra para solventar sus carencias históricas. Que para eso también le pagan, no sólo para lanzar consignas.