La subasta del trilero que privó a la Cartuja de una joya

R. Pérez Barredo / Burgos
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La talla de Santiago Apóstol que reclama la Orden de San Bruno al Metropolitan Museum de Nueva York fue vendida al mejor postor por el conde de las Almenas en 1927 junto a otras 446 piezas

La subasta del trilero que privó a la Cartuja de una joya - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

La talla de Santiago Apóstol procedente del panteón real de la Cartuja de Miraflores que ahora la Orden de San Bruno reclama al Metropolitan Museum de Nueva York fue subastada en Madison Avenue, sede de la American Art Association, a mediados de enero de 1927. No fue la obra en alabastro de Gil de Siloe la única que salió a pública venta en tres jornadas consecutivas: el lote constaba de un total 447 piezas, todas ellas propiedad del embaucador, trilero y sinvergüenza José María de Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, siniestro personaje que había atesorado, con las peores artimañas, una colección formidable de arte español, especialmente románico y gótico, haciendo su agosto en lugares como Burgos, entre otros.

El conde de las Almenas tenía delirios de grandeza, hasta el punto de que se le quedó tan pequeña su residencia de la calle Serrano de Madrid que se hizo construir, en un altozano de Torrelodones, una gran mansión, conocida como 'Canto del Pico', que fue «una especie de puzzle artístico, merced a la reunión de fragmentos arquitectónicos y escultóricos de diversa procedencia, que dio lugar a un ensayo constructivo poco frecuente en España hasta ese momento, pero con resultados poco afortunados, por no decir esperpénticos», en palabras de la historiadora María Jesús Martínez Ruiz, experta en las fechorías del personaje.

Esta residencia, indica la investigadora, «suponía la cristalización de las dudosas actividades del conde en materia de coleccionismo, lo cual no fue óbice para que el conjunto fuera declarado monumento histórico-artístico». Todo una ironía, claro, ya que el susodicho se había mostrado siempre en contra de ese tipo de protecciones patrimoniales, hecho que facilitó su permanente latrocinio aquí y allá. «Construido en sillería, sillarejos y mampuestos, el conjunto contaba con elementos diversos y a primera vista contradictorios: ventanales góticos, templete románico adosado a la fachada lateral, artesonados, rejas en puertas, balcones y ventanas, fachadas profusamente decoradas, amplias habitaciones de considerable altura -éstas se organizaban en dos plantas y se comunicaban por una escalera monumental en piedra-; contaba, asimismo, con paramentos interiores pintados al óleo y temple, decoraciones en techos y frisos con maderas finas y azulejería de procedencia variada.En resumidas cuentas, una reunión de fragmentos artísticos diversos articulados con escasa fortuna», según Martínez Ruiz.

(El reportaje completo y las fotografías de la pieza, en la edición impresa o aquí)