Sale a la luz la primera casa de Revenga

B.A. / Comunero de Revenga
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Tiene unos veinte metros cuadrados, muros anchos de piedra, techo de tejas y se levantó entre los siglos IX y XI. Las viviendas que se intuían hasta este verano eran cabañas circulares, más pequeñas y del siglo V al VIII

1 · Los muros de piedra evidencian la forma rectangular de la vivienda. 2 · Las arqueólogas Travé y Álvaro con restos de cerámica. 3 · Álvaro enseña el hueco donde estaba la puerta de acceso. - Foto: F2Estudio

La campaña de excavaciones en el Comunero de Revenga ha sacado a la luz, por primera vez en el yacimiento, una serie de estructuras evidentes a simple vista. En concreto se trata de lo que se podría denominar como la primera casa de este espacio, ya que han aparecido con claridad los anchos muros de piedra perimetrales, su puerta de acceso y restos de teja que corresponderían a su techo. Un espacio rectangular que se ha descubierto en su totalidad, de unos 20 metros cuadrados, quizá dividido en dos estancias y donde habitaba una familia de tres o cuatro miembros.

La vivienda corresponde a la segunda etapa del yacimiento, comprendida entre los siglos VIII y XIII, que es cuando se abandona el poblado. Karen Álvaro, que junto a Esther Travé dirige los trabajos, acorta la construcción de esta casa al periodo entre los siglos IX y XI, y destaca, como cuestión interesante de los hallazgos, que se levantó sobre una construcción previa. «Pensamos que rellenaron el hueco que dejó en el suelo una cabaña anterior. Luego lo nivelaron y construyeron un suelo de grava, que ya hemos retirado, y a partir de ahí, empezaron a levantar esos muros de piedra de la nueva», relata Álvaro sobre esta práctica habitual de reaprovechamiento. 

Hasta la fecha, las anteriores campañas de excavación en el Comunero de Revenga, territorio perteneciente a Quintanar, Regumiel y Canicosa, se habían centrado en esa primera etapa del yacimiento, que se sitúa entre los siglos V y VIII. En ellas han venido encontrando trazas más tenues, igualmente interesantes pero que han supuesto un mayor esfuerzo interpretativo para concluir en la existencia de unas viviendas más primitivas, pequeñas cabañas circulares, sujetas con postes de madera fijados en la roca, de entre 4 y 7 metros cuadrados y con techumbre vegetal. 

«Sabíamos que tenían que existir viviendas pertenecientes a esta segunda época del yacimiento, que a su vez están directamente vinculadas con la necrópolis, porque las cabañas no lo están, pero hasta ahora no las habíamos excavado», explica Álvaro en relación a esta primera casa que evidencia ya cierta modernidad y un cambio tecnológico en su factura. Como ejemplos, las piedras de sus paredes están más trabajadas, incluso procuraban que la cara exterior quedara más pulcra y bonita, mientras que en la primera fase se limitaban a ir colocándolas y no se preocupaban por el aspecto estético. El tejado también es distinto, antes de ramas y ahora de tejas. 

Llamativo ha sido también el hallazgo de la puerta de la vivienda, perfectamente visible entre un muro y otro y de 1,25 metros de anchura. «Era una puerta que ya hacía el giro, porque hemos encontrado dos quicios, probablemente uno más antiguo que el otro», relata Álvaro, que califica «de bonito» el descubrimiento de un trozo de viga de madera en el suelo y donde se enganchaba la puerta para hacer el movimiento de abrir y cerrar. 

Junto a esta primera vivienda las investigadores están seguras de que aparecerán más, como si de adosados se tratase, de hecho, ya se aprecian alineaciones que hacen pensar que al excavar podrían aparecer más muros o las franjas desde donde se levantaban, unos trabajos que llegarán en 2025. 

Visible. La intención de las arqueólogas es que las estructuras encontradas queden a la vista para disfrute de las personas. «Quizá en un futuro se pueda reconstruir la vivienda, o al menos mostrar en paneles como era. Es la primera vez que aparece algo que puede ser visitable y fácilmente reconocible», cuenta Álvaro sobre la vivienda, que se atribuye a la época de la llegada del cristianismo y también de nuevos habitantes al poblado de Revenga. 

En el entorno de esta casa también han aparecido restos de cerámica, también más compleja y relacionada con ollas o jarras que usaban en el día a día a día sus habitantes como almacenaje o para cocinar. «Son sencillas, sin adornos ni decoración, como la vajilla que usamos nosotros a diario», afirman las arqueólogas en relación a este yacimiento, que no es de ofrecer grandes piezas, a diferencia de una villa romana. «Son poblaciones rurales que vivían en estas casas, se dedicaban a la ganadería y se alimentaban de animales y también de frutos y setas del bosque. Por la talla que ofrecen las necrópolis estaban bien alimentados». 

De todo ello hablarán ambas esta tarde, a las 20 horas, en la ermita de Revenga, en la presentación del trabajo realizado con ayuda económica de la Diputación y que está abierta al público.