Se olvida esta vez de huesos y troncos de árboles, de conciertos en cuevas y sonidos que nos llevan a un pasado remoto y común. Silberius de Ura abandona la prehistoria unida a la música de Neønymus para mostrar otra cara del mismo artista: «Como Neønymus estoy condicionado a que sea una polifonía vocal, a que haya pasajes antiguos y que la música vaya por esa línea. Pero como Silberius tengo libertad para hacer otras cosas y en realidad lo necesito para seguir creando», sostiene el músico.
Es lo que ha hecho con su nuevo disco, Cinco cartas de amor, un trabajo en el que recupera el sintetizador -«siempre ha sido mi instrumento»- y se lanza con sonidos que van desde al jazz al rock progresivo o la música electrónica. Un disco que sorprende por inesperado, por la fusión de músicas y, sobre todo, por el contenido.
Su sensibilidad hacia la escena y lo artístico hacen de él un tipo romántico, no hay duda, aunque lo que llama la atención es que le cante al amor incluso como reflexión sobre el sentimiento universal: «Un amigo me decía que esto es mucho más impúdico que mis fotos desnudo -imágenes que Silberius suele compartir en las redes-. Es cierto que mi inseguridad aumenta con el paso del tiempo. Y más si enseño un disco que nada tiene que ver con lo que he hecho y que muestra la intimidad del ser humano. Pero aunque lo digo con mi voz, es la voz de la humanidad, hablo de sentimientos comunes», subraya mientras recalca su calidad de «romántico y enamoradizo». «Resulta raro oírme hablar en esos términos, pero de verdad pienso que el amor lo puede todo, aunque luego no sepa aplicarlo».
Cinco cartas de amor, como él mismo explica, lo forman «cinco canciones que pueden ser entendidas como cinco fragmentos de una historia lineal, o cinco historias distintas. Son mensajes en un buzón de voz, notas manuscritas en una botella arrojada al mar, confidencias en un diario, epístolas sin respuesta, etc., y es verdad que las cinco pueden enfocarse desde una lectura del amor carnal, de una relación de pareja, pero tienen otras lecturas».
Silberius le canta también a la naturaleza(su verdadero amor), los hijos, los padres, la familia... hablando no tanto de un instante como de un proceso que «requiere pasar por estados emocionales distintos», añade para explicar el por qué de unas canciones de hasta 12 minutos en las que hay episodios orquestales, cajas y cambios de ritmo, pianos y su propia voz: «Como cantante me siento un impostor, pero tocar se me da mejor», advierte.
Para lanzar este disco de nuevo registro Silberius empezó a venderlo por internet antes de que estuviera físicamente en sus manos. La acogida fue muy buena, lo que dice también mucho de la confianza que el público tiene en sus capacidades creativas o «en los desvaríos del artista». Ahora ya se puede escuchar y su locura no defrauda. No es Neønymus, es Silberius, un músico que ama lo que hace y pone en ello todo su corazón.