IMA1 entra en concurso aunque mantiene activa su fábrica local

G. ARCE / Burgos
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El fabricante de mecanizado de piezas para la automoción cuenta con 52 trabajadores en plantilla y una filial en Rumanía, que cerrará para unificar toda la actividad industrial en Villalonquéjar e intentar reflotar la compañía

Sede de IMA1 en el polígono de Villalonquéjar. - Foto: Luis López Araico

IMA 1, uno de los referentes de la industria de la automoción local, ha entrado en concurso de acreedores para intentar resolver una compleja situación financiera que arrastra desde hace varios años. Es una operación tutelada desde el Juzgado de lo Mercantil de Burgos, pero de carácter internacional, dado que también afecta a la filial que esta empresa tiene en Rumanía, aunque no a la ubicada en China.

La medida fue comunicada y explicada ayer por la dirección a los 52 trabajadores en plantilla, al comité y a los representantes sindicales de UGTy CCOO. Aunque bajo la gestión de un administrador concursal designado por el juez, la planta de Burgos mantiene su actividad y no se ha anunciado, por el momento, ninguna medida de reestructuración.

La dirección de IMA1 adelantó a los trabajadores que en ningún supuesto se plantea la liquidación de la sociedad, sino un plan de reestructuración cuyo objetivo último es dar continuidad a la actividad y a la empresa. 

A falta de que este plan sea presentado, estudiado y aprobado por la administración concursal y los acreedores, la idea es unificar en Villalonquéjar toda la actividad de IMA1, lo que implicará el cierre de la planta de Rumanía y el traslado de las líneas de producción y su maquinaria a Burgos, un proceso que llevará unos meses y que esperan tener culminado a finales de año o principios del próximo.

La estrategia, destacaron desde la dirección, es adaptar la compañía a su compleja realidad financiera, reducir al máximo costes y duplicidades para encontrar otra vez la senda del crecimiento. 

crisis. IMA1 es un referente en el mecanizado de componentes de alto valor añadido de automoción, aunque en los últimos años se ha visto lastrada por diferentes crisis que ha terminado por ahogar a la empresa en pérdidas.

La crisis del diésel tuvo un primer impacto en su actividad, dado que obligó a adaptar su manera de trabajar a las piezas de gasolina, lo que implicó nuevos reenfoques estratégicos, inversiones y maquinaria.

La situación era compleja en torno a 2017 y vivió momentos críticos con la pandemia, que obligaron a la aplicación de varios ERTE y un ERE con el despido de una treintena de trabajadores. 

Dos años después, la crisis de los costes energéticos, de las materias primas, de los transportes internacionales o la inflación disparada agravaron los costes y las pérdidas. 

En mayo de 2023, reconocen, la situación financiera era crítica, pues ya era imposible repercutir costes a clientes e intentar estabilizar el balance. Es cuando se optó por la solución del concurso de acreedores para intentar abrir una nueva etapa y mantener viva esta industria.