Las reiteradas protestas de un grupo de vecinos de los dos barrios de Monasterio de Rodilla con el denominador común de buscar soluciones y obligar a los vehículos que circulan por la carretera BU-V-5005 (más conocida como la vía de Temiño), sobre todo a los de gran tonelaje, a disminuir la velocidad durante todo el trazado hasta llegar a la N-I, ha dado sus frutos. 

La Diputación, como propietaria de dicha vía, ha instalado tres señales de limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora en la entrada del municipio y dos en el barrio de Santa Marina (el alto). A su vez ha colocado un espejo convexo de seguridad para que los conductores ganen visibilidad en una zona más cerrada. 

La vía une la zona alta con la baja de la localidad, pero según un grupo de ciudadanos, los que residen arriba tienen que utilizarla para acceder a ciertos lugares como a la farmacia, el Ayuntamiento, la cantina o la iglesia «sin contar con la tranquilidad que deberían».  Hasta el momento no se han registrado accidentes a pesar de que el flujo de circulación es elevado y la carretera muy estrecha.

Una treintena de personas se concentró en agosto, reivindicaron su postura con cazuelas, silbatos, cucharas y pancartas y paralizaron durante media hora el tráfico con el objetivo de que su situación llegara a oídos de la administración provincial. Exigieron también que instalaran un sistema de reductores de velocidad y que construyeran una cuneta transitable o andador correctamente iluminado para evitar que los ciudadanos se expongan a sufrir un accidente mientras se dirigen hacia el casco histórico. 

No obstante, fuentes de la institución recuerdan que «a pesar de que la titularidad de la travesía la tenga la Diputación, las localidades que pretendan colocar bandas sonoras y reductoras nos deben de pedir la autorización, y una vez que se la demos, hacerse cargo de la obras los propios ayuntamientos».

En relación a las intervenciones ejecutadas por la institución, con una inversión de 650 euros, los vecinos muestran su satisfacción. Los tramos más estrechos de las cunetas se han ampliado para evitar, como ya ha ocurrido con anterioridad, que al cruzarse dos vehículos de gran tamaño saquen las ruedas del firme y corran el riesgo de sufrir un percance.