El extraño caso del Café Espolón

J.M. / Burgos
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El Ayuntamiento de Burgos autoriza al Riviera ampliar su actividad para poder cerrar los fines de semana a las 4.30 de la mañana y reabrir a las 6. La Policía Local le ha sancionado al menos tres veces en los once meses que lleva abierto

El concejal de Servicios defiende que el cambio de actividad no supone una modificación sustancial. - Foto: Valdivielso

Aseguran en el sector que no conocen la existencia de ningún negocio de hostelería en toda la ciudad que tenga autorización para compatibilizar su actividad como café, bar y restaurante con la de café cantante. Es decir, que pueda cerrar su negocio un fin de semana a las 4.30 horas y volver a abrir a las 6 de la mañana o que incluso en algunos días de los Sampedros, en los que se amplía el horario a toda la hostelería burgalesa, pueda permanecer con la persiana abierta durante las 24 horas del día.  Esa situación tiene ya una excepción conocida, que está por ver si se convierte en precedente para otros, ya que en la Concejalía de Servicios se ha firmado estos días una resolución en la que se aprueba el cambio de actividad  de la cafetería Espolón, rebautizada como Riviera tras su reapertura el 15 de junio del año pasado, para que pueda desarrollar esta multiactividad.

La política de la administración regional desde hace muchos años iba encaminada a evitar que los locales de hostelería pudieran encadenar cierres con aperturas y de ahí que una discoteca que cierra a las 6.30 horas un fin de semana no pueda abrir hasta las 16 o que un pub o un café cantante que puede bajar la persiana a las 4.30 de la madrugada no la pueda volver a levantar hasta las 12 del mediodía.

Sin embargo, el Ayuntamiento de Burgos ha entendido que sí puede conceder esta especie de doble licencia que va a permitir al Riviera  (si así lo desea y la clientela lo demanda) abrir entre 21 y 22 horas al día. Un cambio de actividad que va a permitir programar conciertos y   también prolongar la vida nocturna de este local de titularidad municipal al que, por cierto, se le ha reconocido también ahora un aforo de 413 personas.

No ha sido ningún obstáculo que en los apenas once meses de existencia de este negocio, según la información a la que ha tenido acceso este periódico, se le hayan abierto al menos tres expedientes sancionadores. Las denuncias  presentadas por la Policía Local obedecen a una infracción por excederse en el horario de cierre de la terraza, existe otra en materia de ruidos (por tener las puertas abiertas «con gran aportación sonora» al exterior) y por «permitir el consumo en la vía pública de bebidas alcohólicas suministradas y vendidas» en la Riviera. Se desconoce si también esta última supuso otra denuncia por incumplimiento del horario de cierre, ya que se señala que la infracción se produjo pasadas las cuatro de la mañana (momento en el que ya tendría que estar cerrado el local).

Relación de confianza. Estas sanciones no han impedido que haya existido una relación de confianza del inquilino de la cafetería Espolón con el Ayuntamiento. Prueba de ello es que la Gerencia Municipal de Cultura contrató con la Riviera (con la sociedad Conor Easy) «un servicio de comida para la jornada de convivencia en la elección de la Corte Infantil» que generó una factura de 1.199 euros (IVA incluido). También fue el lugar escogido por el PP para acoger un mitin electoral en el que participó el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

El Riviera supo pronto que la actividad de bar se le quedaba corta, ya que el 23 de marzo del año pasado se acordó la adjudicación del local y el 10 de abril solicitó la ampliación de la autorización.