Adiós a las pintadas de la infamia

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Un año después de que Diario de Burgos hiciera públicas las humillantes pintadas contra José Antonio Ortega Lara, se ha borrado toda huella injuriosa en la nave donde ETA ocultó durante 532 días al funcionario de prisiones burgalés

Exterior de la nave en la que ETA enterró en vida a Ortega Lara. Antes estaba lleno de pintadas, ahora las puertas están limpias de ofensas - Foto: Luis López Araico

Aunque el zulo fue sellado con hormigón para borrar todo rastro del que fue uno de los epicentros de la infamia terrorista de ETA -aquel agujero inmundo en el que el burgalés José Antonio Ortega Lara padeció el más cruento de los cautiverios imaginables, 532 días-, la nave industrial bajo cuyo suelo fue excavado el hoyo en el que fue enterrado en vida el funcionario de prisiones exhibió, a mayor escarnio y humillación, pintadas ofensivas contra la víctima, como denunció públicamente hace exactamente un año este periódico. De titularidad municipal, es desde hace años un almacén en el que se guardan todo tipo de enseres y mobiliario urbano, desde cubos de basura a elementos de parques infantiles, sillas o andamios. Sin embargo, este periódico comprobó  que, junto a todo ese material, había algo más: pegajoso, ofensivo; sus paredes eran un insulto y un ultraje hacia Ortega Lara -símbolo de la barbarie- y con ello y por extensión hacia todas las víctimas de ETA.

Tamaña afrenta, que en ese lugar de espanto y malignidad se atojaba un oprobio de máxima categoría, constituía, asimismo, un delito recogido en el Código Penal: el de humillación a las víctimas del terrorismo. En algún momento desde que este periódico hiciera la denuncia pública de esas pintadas ignominiosas y hoy, el Consistorio de Mondragón, gobernado por Bildu, decidió limpiar todas las paredes en las que había estampadas las alusiones injuriosas, incluyendo aquellas contras las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que podían leerse en las puertas por las que se accede a la nave reconvertida en almacén. Se da la circunstancia, en un alarde de abyección, de que la nave con las pintadas felizmente desaparecidas se encuentra junto a una ikastola. 

Las insultantes referencias al hombre que sobrevivió a la insalubre catacumba horadada por los terroristas junto al río Deva se burlaban de aquel martirio zahiriendo en tono incluso jocoso. 'Ortega Lara was here' (Ortega Lara estuvo aquí) era una de ellas, que aparecía estampada junto a un simple dibujo que emulaba un rostro sonriente guiñando un ojo. Aunque no queda nada del complejo engranaje que idearon los secuestradores para ocultar el zulo varios metros bajo el suelo de la nave (fue cubierto de hormigón por orden judicial), ésta y otras pintadas recordaban con obscenidad la memoria de un lugar con cáncer de alma; un espacio que no ha logrado desprenderse todavía de cierta atmósfera perversa, contaminada.

Aspecto actual de la nave convertida en almacén municipal ya sin las pintadas humillantes contra el burgalés Ortega Lara, enterrado en vida en Mondragón durante 532 días.Aspecto actual de la nave convertida en almacén municipal ya sin las pintadas humillantes contra el burgalés Ortega Lara, enterrado en vida en Mondragón durante 532 días. - Foto: Luis López Araico

No queda rastro de las referencias al tormento que padeció el burgalés, imágenes violentísimas (había sendas pintadas de dos figuras humanas ahorcadas, así como expresiones que alusivas al fascismo). Del interior de la nave en la que fue sepultado en enero de 1996 sale un silencio húmedo y fantasmal, sólo quebrado por el trajín de los operarios municipales y por el rumor del río, que impregna el ambiente de una humedad de la que es difícil desprenderse y que mueve al escalofrío si se piensa que Ortega Lara tuvo que vivir con aquella impregnación mohosa durante los 532 días que pasó en el interior del agujero. De la maquinaria industrial que había en el interior del almacén durante el tiempo que duró el secuestro, y de la que se sirvieron los carceleros para ocultar el hoyo abominable, no quedan sino marcas apenas perceptibles.  

(Más información, en la edición impresa de este domingo de Diario de Burgos o aquí)