Además de descifrar los mensajes encriptados de la máquina alemana Enigma, los aliados tuvieron que descodificar otros sistemas como el de los radares para desequilibrar la Segunda Guerra Mundial. El nuevo libro de David López Cabia se fija en un episodio muy concreto que combina el espionaje y la filtración de información, la osadía de 120 hombres en una operación nocturna de apenas unas horas y el trabajo posterior de los científicos británicos para conseguir acceder y boicotear al que, en febrero de 1942, consideraban uno de sus peores enemigos.
«Gran Bretaña está sola y la única opción que tiene de atacar Alemania es con bombardeos aéreos. Pero la tecnología de radar alemana es superior a la británica y están perdiendo bombardeos a un ritmo preocupante. Lo que se les ocurre entonces es intentar robar uno en el norte de la costa de Francia para luego tratar de desmontarlo, estudiar su funcionamiento, descifrarlo y burlarlo», resume el escritor burgalés que en su afán de divulgar la contienda ha novelado otros episodios en libros como En el infierno blanco, Indeseables o Atrapados en Amhem, entre otros.
Ataque nocturno (Editorial Círculo Rojo) narra una aventura que apenas ha trascendido, pese a que tuvo un impacto crucial en el desarrollo de la Guerra Mundial. La operación en la playa desplazó a 120 paracaidistas que se dividieron en tres equipos. Uno hizo de contención para mantener al enemigo alejado, otro debía proteger la zona para garantizar la evacuación y un tercero tenía que desmontar el radar y trasladarlo, lo que hicieron bajo el tiroteo. «Fue una operación muy audaz que no resultó fácil. Tuvieron que cortar los cables con hachas, utilizar palancas para desmontar el radar y llevárselo casi en volandas», repasa López Cabia.
Antes de que aquello ocurriera fue indispensable contar con la información del jefe de Investigación de Siemens, Hans Ferdinand Mayer, un alemán antinazi que envió informes sobre radares, submarinos y cohetes.
Todos los datos históricos en la novela de López Cabia se mezclan con la ficción alentada por «dos protagonistas bastante problemáticos, pero leales entre sí, al que se añade un tercero que es un padre de familia y técnico de radar». Se llama sargento Campbell y sustituye al real Charles Cox, que fue quien desmontó el aparato. Con prólogo del militar e historiador Séan F. Scullion, se presenta este sábado en la sala Polisón (19:30 horas).