Con la guitarra a cuestas, en la soledad del graderío vacío, no siente vértigo: son muchos años de música, de flamenco; muchas tablas, muchos públicos, esa adrenalina y esos nervios y siempre el alma a flor de piel. Pero admite que es especial actuar en Burgos, y más aún durante sus fiestas mayores. Que la carga de responsabilidad, de presión, es altísima. Mariano Mangas observa la escalinata que hay en la subida a Saldaña, junto al Centro de Arte Contemporáneo (CAB), con un escrupuloso silencio, como si por su mente estuviera pasando ya lo que está a punto de suceder: que una multitud se va a arracimar expectante, llenando el aforo, aguardando el momento -el instante supremo- en el que él rasgue su guitarra para dar rienda suelta al embrujo.
Este sábado (20:00 horas), en el día grande de las fiestas, el Grupo Flamenco Mariano Mangas elevará al cielo de Burgos su repertorio. "Vamos a ofrecer temas conocidos traídos al flamenco: desde el Verde que te quiero verde al Volver por bulerías, así como también temas de flamenco tradicional", explica el artista. Aunque en esta ocasión no habrá bailaora, Mariano Mangas estará acompañado por una cantaora, Silvia Verdugo, y por el percusionista Jorge Jiménez, Jorgillo. "Este lugar que ahora vemos vacío se pone hasta arriba de gente una hora antes del concierto. Me encanta actuar aquí, aunque también tiene riesgo: actuar en casa es bonito porque notas desde el principio el calor y el cariño de la gente, pero también la responsabilidad".
Afirma el guitarrista que se crea en este espacio "una energía increíble". Todas las experiencias anteriores han sido buenas, aunque hayan pasado desde un calor sofocante a un frío invernal, que es lo que tiene el clima del suelo bendito. "El listón en Burgos siempre lo tenemos alto. Pero estamos preparados para saltarlo". Advierte Mangas que habrá sorpresas en este bolo del día de San Pedro. "Nos gusta siempre poner una guinda al concierto. Me gusta mucho este lugar, este entorno. Tiene algo especial. Las propias escalinatas tienen algo de anfiteatro, de coliseo. Es como un escenario natural urbano, céntrico y atractivo. Y resulta muy acogedor", subraya.
Para quienes no hayan tenido la oportunidad de escucharla, el guitarrista burgalés asegura que Silvia Verdugo "canta muy bonito". Lo de Jorgillo no necesita presentación: es uno de los más grandes de la percusión en esta tierra. De Mariano Mangas tampoco se hace necesaria explicación alguna: lleva toda la vida pegado a una guitarra -desde los ocho añitos; a los once, ya había subido a un escenario-, rodando de aquí para allá (extranjero incluido). No se entiende sin el instrumento de las seis cuerdas. Cientos de conciertos avalan a este músico de corazón flamenco, que volverá a salir por la puerta grande en el día grande de las fiestas de la tierra sagrada.