Curtido en mil batallas con la patronal y gobiernos de distinto color político, Cándido Méndez visita estos días Burgos con un doble propósito. Ayer participó en una mesa redonda, titulada 'PSOE-UGT, un camino compartido', enmarcada en los actos del 50 Aniversario de la refundación del PSOE en Burgos. Y este viernes presenta en la Sala Capitular del Monasterio de San Agustín su libro Por una nueva conciencia social.
¿Echa usted de menos la primera línea del sindicalismo y, por tanto, también de la política?
En absoluto. No siento ninguna nostalgia en relación ni a mi etapa sindical ni política (era diputado en el 23-F por ejemplo). Solo siento agradecimiento por el apoyo de mis compañeros en esa época.
¿Cuando usted y Fidalgo eran secretarios generales de UGT y CCOO, tenían más presencia mediática, más visibilidad?
Eso depende de las coyunturas y las circunstancias. A mí lo que me importa es la incidencia de los sindicatos para modificar el curso de los acontecimientos. Y tienen esa influencia. Ahora el salario mínimo ha alcanzado una cuantía equivalente al salario medio del país. En mi etapa era impensable. O que se hiciera una reforma laboral que no supusiera recortes sino que redujera la temporalidad. En nuestro tiempo eran aspiraciones y ahora son realidades.
Ha venido a una mesa redonda titulada 'PSOE-UGT: un camino compartido'. ¿Cree que actualmente siguen compartiendo ese camino, que son dos organizaciones que luchan por los mismos derechos, valores...?
La Constitución encomienda distintos roles a los sindicatos y a los partidos políticos. Nosotros representamos a trabajadores y autónomos. Cada organización tiene sus responsabilidades, pero sí, seguimos teniendo en común el afán por el progreso, pero que UGT también comparte con otras formaciones políticas.
Yolanda Díaz ha tenido un tono más agresivo que persuasivo con la patronal en los últimos tiempos»
Hablaba de las subidas del salario mínimo con los últimos gobiernos de coalición de PSOE y Podemos y PSOE y Sumar. ¿Echa algo de menos en la política social de este Gobierno? Porque por ejemplo el acceso a la vivienda sigue siendo un problemón.
Los datos macro son muy positivos en este momento: el empleo crece y la economía también, lo que hace que la percepción de la economía española sea positiva. Esto hace que el coste para financiar nuestra deuda pública (prima de riesgo) sea accesible. No podemos menospreciar estos datos. Pero existen lo que yo denomino las sombras de los grandes números: la renta per capita se aleja de la media europea, seguimos con un problema de desigualdad muy serio (entre personas y territorios), tenemos un problema de productividad y los jóvenes están golpeados por la precariedad, el paro y las dificultades de acceso a la vivienda. Y seguimos sin resolverlas.
¿Qué receta da usted para despejar esas sombras?
No tengo una pócima mágica. El instrumento para ganar en productividad y terminar con la desigualdad es alcanzar un pacto por el empleo y la productividad, de luces largas, un consenso estable en el que tienen que participar los dos grandes partidos, los sindicatos y las patronales. Y que ese acuerdo toque el tema de la vivienda, la transformación verde y digital, la mejora de la innovación.
Habla de un gran pacto de Estado con PSOE y PP. ¿Cómo se van a poner de acuerdo en algo así si con un asunto tan grave como la DANA se están tirando los trastos a la cabeza?
Veo con mucha preocupación el constante enfrentamiento entre PSOE y PP. Algunos me tildan de ingenuo, pero los acuerdos entre los dos grandes partidos son fundamentales para resolver los grandes problemas de la nación. En el caso de las inundaciones de Levante, la lógica y la razón empujan a un gran consenso, para muchos años, porque la reconstrucción de los territorios dañados va a durar mucho tiempo. Vamos a tener que reorientar las políticas urbanas, hidráulicas y de infraestructuras en función de los retos que se derivan del cambio climático. Tenemos que recordar otros pactos como el de Toledo o el de las libertades y contra el terrorismo. Y también el pacto de la transición, que generó un fruto espléndido desde el punto de vista del progreso y de la democracia. Ante los grandes retos, lo mejor es el consenso.
Ojalá no se lleve a efecto el acuerdo de financiación catalán; abunda en la desigualdad territorial»
Una transición que ahora es objeto de numerosas críticas.
Ha habido una oleada de críticas, de los que han dado en llamar a esa época el régimen del 78, de forma descalificadora. Pero esas voces cada vez representan menos, según los resultados de las últimas elecciones. El pueblo español vuelve a concentrar los votos en los dos grandes partidos. Puede haber voces políticas que repudien la transición, pero el sentimiento mayoritario es reivindicar el espíritu de la transición. Ese es mi convencimiento.
Esas críticas vinieron sobre todo de la izquierda a la izquierda del PSOE, primero Podemos, luego Sumar, etc. Y han perdido fuerza. No tanto Vox.
Vox también está perdiendo fuerza. Se está produciendo una reducción muy acelerada del peso de los partidos a la izquierda del PSOE, pero también una reducción, más lenta, del peso de los partidos a la derecha del PP, que en las europeas es un espacio que se ha fragmentado (con la irrupción de Alvise). Mi impresión es que el pueblo clama en las elecciones: PP y PSOE, pónganse de acuerdo en lo fundamental, pero ellos parece que huyen. Mi reflexión es la más sencilla. El pueblo ha llegado a la conclusión de que la única alternativa viable está en torno a los dos grandes partidos. Volvemos a confiar en ustedes, pero pónganse de acuerdo en lo fundamental. No sé si clamo en el desierto, pero tengo la libertad y lo digo.
¿El caso Errejón puede ser la puntilla para esos grupos a la izquierda del PSOE?
Es un asunto que tiene unas consecuencias muy negativas en la percepción que la sociedad tiene de estos grupos. Es posible que sea el último clavo de una serie de errores que parten de la fragmentación y falta de liderazgo en ese ámbito. Reconozco que la ministra de trabajo ha impulsado iniciativas positivas. Otra cosa son los procedimientos, porque algunos mensajes a la patronal han sido agresivos, no persuasivos, en los últimos tiempos.
El caso Errejón es el último clavo en una serie de errores en la izquierda a la izquierda del PSOE»
¿Le ha faltado mano izquierda con la patronal?
Probablemente mano derecha, si se me permite el simbolismo.
Hablaba de la desigualdad territorial. ¿El último ejemplo es el pacto de financiación catalán para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat?
Sí. Estoy muy preocupado. Es un pacto que ojalá no se lleve a efecto. Yo creo que el impacto de la DANA ha cambiado el escenario, la reconstrucción de las zonas afectadas va a exigir muchos recursos económicos. La reconstrucción y la cesión de impuestos a Cataluña no son compatibles. Sin la DANA tampoco era buen acuerdo, pero ahora hay un motivo añadido.
¿Cree que el diálogo social en Castilla y León se ha resentido con el paso de Vox por el Gobierno de esta Comunidad? ¿Cree que el PP está pagando elevados peajes por esos acuerdos con Vox?
Castilla y León era un ejemplo nacional e internacional de diálogo social. Yo formé parte de una delegación de UGT que viajó a Colombia para trasladar el diálogo social a ese país. Es un peaje muy alto que el PP pagará.