El sector de la agroalimentación es, sin duda, uno de los que mejor ha funcionado desde el inicio de la pandemia. En el caso de La Flor Burgalesa, la planta del polígono de Villalonquéjar no ha parado de fabricar galletas y barquillos a pleno rendimiento, respondiendo a los picos de demanda que se han producido durante los últimos meses en los supermercados y tiendas. Este incremento de facturación y expectativas que ha vivido la compañía burgalesa provoca que sus dirigentes hayan acelerado el proyecto de ampliación de las instalaciones, que se están quedando pequeñas ante la entrada en nuevos mercados en los que se está abriendo la firma local.

Así, la empresa acaba de adquirir una parcela de 8.000 metros cuadrados situada en la parte trasera de su factoría. El terreno se encuentra dividido en dos espacios, uno sin urbanizar y otro donde se ubican dos naves -que habrá que derribar- en las que operaba la distribuidora Coburdist. La intención que tiene la dirección de La Flor Burgalesa es levantar una nueva planta, denominada Florbú 3, que duplicará la actual producción de productos. Anualmente salen del polígono de Villalonquéjar alrededor de 11 millones de kilos de galletas, una cifra que esperan elevar hasta los 20 millones en menos de cinco años.

«Todo el crecimiento que hemos experimentado este 2020 nos puede provocar problemas de capacidad de producción. De momento lo hemos conseguido solventar, pero las previsiones de cara a finales de ya este mismo año o principios de 2022 prevén limitaciones o tiranteces a las que nos queremos anticipar», explica José Antonio Iniesta, director de la fábrica.

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