El cariño que sana

GADEA G. UBIERNA
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En las dos primeras oleadas, la UCI del HUBU trató a 300 críticos por covid y el 84% salió adelante. La atención se completó con la dosis de humanidad inherente al equipo. Sus máximas: «Calidad y calidez». Tercera y última entrega de DB en la UCI

El cariño que sana - Foto: Alberto Rodrigo

La intensivista Eva Pérez ha terminado la ronda con los pacientes y se dirige a la sala de reuniones de la UCIdel HUBU con una tablet. Va a hacer una videollamada al hijo de un enfermo de covid derivado desde Segovia, para quien, hoy, tiene buenas noticias. Marca y aparece la imagen del joven, llamémosle Juan, algo nervioso. La médica rompe el hielo preguntándole cómo está y cómo se encuentra su madre y esposa del ingresado, hasta ese día confinada. Tras compartir las penurias de la situación, lo duro del aislamiento y de la lejanía del padre, Juan calla. Y la médica le alegra el día;a toda la familia, en realidad. «Hoy le hemos bajado un poquito el oxígeno y lo está tolerando bien. He empezado a despertarlo y está más activo, pero vamos a ir despacio. El respirador tiene varios modos, tu padre respira un poquito y el resto lo hace el equipo; la idea es ir avanzando e invirtiendo la relación: que el respirador cada vez trabaje menos».

En circunstancias normales esta conversación sería cara a cara, porque una característica de la UCI burgalesa es hacer partícipes a las familias de la asistencia. «No entendemos la atención a los pacientes sin esa parte de afecto con sus parientes. Calidad y calidez son nuestras máximas», aclara el jefe del servicio, José Antonio Fernández. Pero en pandemia no es posible hacerlo como acostumbran;primero, porque las visitas en la unidad de críticos ahora no están permitidas y, segundo, porque este es uno de los 20 enfermos trasladados. Eva Pérez añade que «hemos perdido toda la parte del contacto físico y no verbal con las familias, que dice mucho, pero con las tablets intentamos acercarnos a ellos y ayudarles a gestionar toda la ansiedad que genera la distancia, el no ver a tu padre, madre o hermano y comprobar por ellos mismos si lo que les decimos es así».

Desde Segovia, Juan tiene algunas dudas sobre el parte. Una vez comentadas, pregunta qué tal cara tiene su padre y Pérez contesta que «mejor, está desinflamándose y se le nota que va mejor, pero vamos a ir muy despacito, porque tiene una sedación que le permite moverse, pero aún no se entera de las cosas». En este punto, Juan pide que, si es posible y si creen que oye, le transmitan que «todo el pueblo pregunta por él». Y, a partir de ahí, ya no es capaz de decir más. «Juan, tranquilo, lo vamos a conseguir, está luchando como un campeón», replica la intensivista, antes de añadir que, si todo sigue bien, en tres o cuatro días podrá verlo a través de la tablet. Así la familia comprobará con sus propios ojos lo que la médica les ha ido transmitiendo cada día, pero no sin advertirles de que la apariencia de la persona que les van a mostrar puede que no se corresponda con la previa al ingreso.

(El reportaje completo, fotografías exclusivas y toda la información de actualidad sobre la pandemia, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)