El cáncer de estómago es el décimo en incidencia en la provincia, con unos 66 nuevos diagnósticos al año, según datos del Observatorio de la AECC. Es una cifra alejada de los 380 tumores colorrectales que se detectan cada año en Burgos, pero, como en todos los demás cánceres, al alza. Es también una de las variantes de la enfermedad sobre las que la población tiende a pensar que tiene peor pronóstico y no siempre es así. De todo ello, así como de las variantes en el esófago, hablará esta tarde la oncóloga del HUBU Sandra López Peraita en el 'Auditorio el círculo' (18.30 horas, con entrada libre), en otra sesión divulgativa del ciclo organizado en colaboración con la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
«Son tumores un poco 'patito feo'. No dejan comer, hacen que se pierda peso... Todo influye en que la perspectiva hacia la enfermedad sea mala, pero esta charla pretende ofrecer otra visión y que se sepa que tienen tratamiento y que hay opciones», explica la especialista, subrayando que, por ejemplo, «de entre todos los cánceres, en el de estómago es en el que más ha disminuido la mortalidad». Algo que se debe a que, a pesar del aumento generalizado de incidencias, la enfermedad se diagnostica antes y hay mejores tratamientos.
En este sentido, López explica que la base sigue siendo la quimioterapia, pero con «nuevos esquemas»para administrarla de forma más eficaz, «cambiando o uniendo otros fármacos». Y esta base ahora tiene un complemento que la especialista califica de «revolución»: la inmunoterapia. «Tanto para el estómago como para el esófago se han aprobado fármacos que activan al sistema inmune del paciente para que luche contra la enfermedad», dice, antes de referirse al otro gran salto cualitativo de la época, que es «la terapia diana». Es decir, «fármacos que actúan sobre una proteína, un receptor concreto de las células, de forma que evitan muchos efectos secundarios porque no actúan sobre las células sanas y, además, son mejores».
Estas dos terapias novedosas se administran en el HUBU, pero por ahora no son útiles en todos los casos: solo en los que los tumores tienen determinadas características. De ahí que después de la ponencia de la oncóloga médica vaya a intervenir la bióloga molecular del HUBU Patricia Saiz López, quien explicará cómo ayuda esta disciplina a personalizar tratamientos oncológicos cuando se dan determinadas condiciones o mutaciones genéticas. «En el estómago, por ejemplo, los tratamientos antes eran muy generalistas y ahora no: se analizan las características del tumor para personalizar el tratamiento. Ese es el futuro», añade.
El problema es que los síntomas de los cánceres de esófago (21 diagnósticos nuevos al año en Burgos) y de estómago son «inespecíficos» y, muchas veces, llegan avanzados a la consulta. «Hay que estar atento a los síntomas, que en el esófago es una dificultad continua o progresiva para tragar; y en el estómago, una sensación de hacer mal la digestión o de estar lleno muy pronto». Lo más habitual es que se diagnostiquen en estadios no iniciales, pero cada vez se ven más en una fase que se denomina «localmente avanzado, cuando aún no ha salido del órgano y aún podemos hacer tratamientos curativos».
De ahí la importancia de la divulgación y la concienciación, claves para una detección precoz que ayude a que puedan llegar a cronificarse, como los de colon o mama.