Los tres son jóvenes y los tres, el 20-D, van a cantar por vez primera en el real, o sea en urna. Los tres han salido, como quien dice, del arroyo y hace nada nadie podía pensar en ellos como figuras estelares. Dos, además, por no tener, no tenían ni un partido, el uno Rivera sí, pero solo en plaza catalana y el otro andaba asesorando ora a IU ora a Hugo Chavez y dando clases de revolución a estudiantes. Vamos, que el partido se lo han hecho ellos y un grupo de primeros apóstoles, pero ahora ya tienen fieles por todos los lados. Tienen, y eso hay que decirlo de entrada, un enorme mérito, porque han removido los cimientos de todo el escenario político español, inmutable en el bipartidismo desde hace casi 40 años. Y el tarantantán que van a meterle a todo el tinglado es lo único seguro que tenemos a una semana de estas elecciones.
Lo demás es una incógnita y las encuestas más que sondeos parecen apuestas convulsas de un enfermo de epilepsia. Alguna acabará acertando porque las hay para todo gusto y color, para una cosa y exactamente la contraria. Pero hay que decir de inicio, que salgan como salgan, los tenores Rivera e Iglesias tienen ya un lugar en el cielo del bel canto, un sitio en las alturas y la pugna entre ellos va a ser un elemento crucial en el devenir de la nueva política española. La rivalidad ha ido creciendo y, a nada, van a estar enzarzados en la pelea más total porque sus planteamientos y visiones chocan de manera frontal en todo lo esencial y determinante. Lo primero, la idea de España; lo segundo, la economia y, a partir de ahí, todo.
Hasta ahora se notaba menos porque eran aspirantes, porque les unía levemente el común denominador de neófitos, pero en cuanto tengan ya cartel consolidado la batalla va a ser de las feroces. De hecho, ayer mismo se declararon la guerra y mandaron a sus tropas a batirse en Twitter de manera descarnada. Los de Rivera ya saben cómo y que colmillo rerorcido se gastan las brigadas orcas podemitas.
EN DISCORDIA. El caso del tercer cantante es diferente. Él sí tenía partido. Pero era un don Nadie. De hecho, fue diputado de rebote en las dos últimas legislaturas, pues lo pusieron atrás en las listas y no obtuvo escaño de primeras dadas. Tuvo que esperar pacientemente a las bajas. Y lo que nadie se esperaba es que ganara las primarias y se impusiera por goleada. Pero, de pronto, ahí estaba.
Pedro Sánchez es ahora, sin embargo, el que lo tiene más dificil. Se juega el todo a una función y si le sale un gallo sabe que ya no repite en el elenco. Porque el sí tenía un partido y una base de partida. De tal envergadura, aunque un tal José Luis Rodríguez Zapatero se lo dejara en cueros vivos, que ha gobernado más que nadie y en todos los lugares de España, desde la Moncloa. Veintiún años, a todas y cada una de las comunidades.
A Sánchez no le vale otra cosa que ganar, pero según pasan los días, eso aparece cada vez más lejano, y ya no es quedar segundo, es que ya hay quien dice que cuarto es como acabaría. No ganar es fracaso, no gobernar fin de trayecto, quedar tercero catástrofe y cuarto, sean en Madrid, o en el conjunto de España, un terremoto de consecuencias terminales para él y para la organización entera. Y puede darse. La palabra sorpresa utilizada por el cuarto tenor , el que parece contemplar con cierto sosiego y sorna, la pugna entre los tres jóvenes y seductores, cada uno en su estilo, encierra muchas claves gallegas. Y uno se malicia que ese veterano que lleva ya cuatro años, una legislatura, como primera voz de la escena española sabe cosas que nosotros no sabemos.
BUSCAR EL KO. Él, por historia, por escaños pasados y por poder actual, le había dado a Sánchez el cartel de aspirante al trono. Pero este, sobrado o errado, o las dos cosas, decidió ponerlo en liza y parece que ha salido socarrado. Ahora solo le queda una. Dejar K.O el lunes al campeón, dejarlo mudo, vamos. Pero parece ya no fácil sino ni siquiera probable tal cosa. Y si esto acaba como pintan ahora sabe qué habrá de hacer de inmediato, incluso esa misma noche y antes de la Navidad, mutis definitivo por el foro.
Los que van a quedar, eso seguro, van a ser los otros dos y más les vale a todos el irse acostumbrando. Es más, uno de ellos, Albert Rivera, sueña y dice que imposible es solo una opinión a que de entrada ya le quite el lugar al primer tenor, a Rajoy, y sea el quien a partir del comienzo del año 2016 quien cante a una voz en la Moncloa.