«Cerramos Calzados Ruiz con lágrimas en los ojos»

B.G.R. / Burgos
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La mítica zapatería de la Plaza Mayor baja la persiana por jubilación. La fecha dependerá de la liquidación del género. Lo hace después de 107 años entre los burgaleses

María del Carmen Cerdá y Alonso Martínez, propietaria y encargado de Calzados Ruiz, en el interior de la mítica zapatería que lleva 107 años entre los burgaleses. - Foto: Luis López Araico

En estos días de trasiego incesante y adornos navideños por doquier, varios llamativos carteles en los que reza la frase Liquidación total por jubilación llaman la atención desde hace pocos días a quien transita por la Plaza Mayor. Están colocados en un amplio y elegante escaparate, que hace esquina con la calle Carnicerías, y que los burgaleses conocen desde hace 107 años. «¿Pero, por qué cerráis?»,  se ha convertido en «la pregunta del millón» para María del Carmen Cerdá y Alonso Martínez, que responden desde uno de los mostradores más legendarios del centro de la capital burgalesa, el de Calzados Ruiz.

No paran de entrar clientes a la tienda, ya sea para aprovechar los descuentos de la ocasión o para charlar sobre el motivo de esta decisión, a los que se suman turistas atraídos por la singularidad del establecimiento, tanto por fuera como por dentro. Tanto es así que Martínez admite «estar viviendo momentos muy emotivos», de reencuentros entre al menos tres generaciones, las mismas que llevan al frente del negocio familiar, pero que, sin embargo, no ha encontrado finalmente relevo para seguir pese a haberlo intentado.

Por el momento, no hay fecha de cierre definitivo, dependerá de lo que tarde en liquidarse el género, pero sí deseos de futuro, como que el comercio «pudiera mantenerse tal y como es», sostiene Martínez. Su propietaria y viuda de José Ramón Ruiz confirma, sin entrar en detalles, que existen ya propuestas encima de la mesa, teniendo en cuenta las características del local, de 200 metros, con entreplanta y sótano. «Es uno de los mejores de la Plaza Mayor», apostilla el primero, encargado y hombre de confianza, a punto de jubilarse, de un negocio en el que comenzó en 1972. 

La historia de Calzados Ruiz se cuenta por décadas. Fundada en 1917, la familia del mismo nombre tuvo su primera experiencia en el sector en la calle Moneda, donde abrió una zapatillería siguiendo la tradición de su lugar originario, el municipio riojano de Aldeanueva de Ebro. La tienda evolucionó hacia calzado de hombre y de mujer, con especial atención a la calidad del mismo, e, incluso, hasta finales de los 90 incluyó también de niño.

Mucha gente, sobre todo turistas, entra a la tienda solo para verla por dentro"

Su imagen, tal y como se conoce en la actualidad, ha permanecido en el tiempo. Su gran mostrador de madera, los sofás para probarse, la zona de la caja de cobro o la balaustrada dorada superior forman parte de su esencia, si bien se vieron mejorados en 2000, cuando se adquirió para ampliar el local anexo que ocupaba una camisería. De aquella época, Martínez recuerda que llegaban proyectos de reforma que no terminaban de convencer por ser «demasiados minimalistas o modernos» y que se aprovechó una encuesta que estaba desarrollando la Federación de Empresarios de Comercio sobre el sector para preguntar cómo les gustaría que continuara la tienda. «Todos contestaron que se mantuviera como un comercio tradicional», subraya.

Y así se hizo. El negocio familiar continuó sumando años a su trayectoria y reforzándose como punto de referencia del calzado burgalés. «En este momento se podrán contar con los dedos de una mano las zapaterías que queden en España con esta antigüedad y envergadura», sostiene el encargado, quien junto a Cerdá alaban esa «clientela fiel» que les ha permitido mantenerse en el tiempo pese a los cambios sufridos en el comercio. Ellos han sido testigos de la irrupción de internet o del boom de las grandes distribuidoras, si bien su intención siempre ha pasado por una diferenciación caracterizada por el trato «muy personalizada y cuidado». 

Junto a Calzados Ruiz bajará también la persiana Tilbury, de la misma propiedad y ubicada en la calle Santander, que abrió sus puertas hace cincuenta años. Negocios de referencia que permanecerán en la memoria de los burgaleses, al igual que sus artículos en los armarios de no pocas casas. Por  ello, Cerdá quiere recordar a todos los empleados que han pasado por el establecimiento (hasta una docena con antigüedades de 40 años) y, como no, a los clientes: «Cerramos Ruiz con lágrimas en los ojos».