La menciona Miguel Ángel Palacios en su libro En tinta roja, está catalogada, se han grabado dos arias en un disco que lleva su nombre (editado por Antonio de la Fuente) y la partitura, como el resto del legado de Antonio José (1902-1936), se encuentra en el Archivo Municipal de Burgos. Pero Minatchi, la ópera que compuso con apenas 22 años, sigue siendo un misterio pendiente de estudio que el músico Javier Castro, exdirector de la Orquesta Sinfónica de Burgos y director del Coro Ars Nova, está tratando de resolver. Ya solo el planteamiento de lo que les vamos a contar resulta cuando menos interesante: Minatchi es una ópera ambientada en la India que incluye música de ese país, que fue traducida al inglés, al que le faltan los diálogos intermedios, que tiene un argumento de contenido religioso y que está pensada para que pueda representarse en colegios y conventos.
«Lo primero que me llamó la atención y por lo que me quedé impresionado es que está traducida al inglés. En las óperas muy populares, cuando no había subtítulos en los teatros, lo que se hacía era traducir la obra al idioma local para ser cantada. Hacerlo requiere mucho trabajo porque hay que adaptar cada palabra a la música e introducir algunos cambios. Y normalmente se hace a posteriori. Lo que sorprende es encontrarte una ópera que no se ha interpretado nunca que ya viene en la partitura traducida al inglés. Eso es increíble», subraya Javier Castro.
Minatchi está fechada en Madrid, en junio de 1925, cuando Antonio José tenía 22 años. Después de El mozo de mulas y Sinfonía castellana es la tercera obra de envergadura del músico burgalés asesinado en Estépar. Ninguna otra composición se tradujo al inglés, ni en su biografía hay referencias al deseo de llevar su obra a otros países. «Como mucho sabemos que estuvo dos veces en Francia», afirma Castro. Por qué lo hizo con este drama lírico es, por ahora, una de las incógnitas.
En el manuscrito aparece en rojo la traducción al inglés. Bajo el nombre 'Minatchi' está el primer título que barajó, 'La aurora de un reino'. - Foto: Archivo Municipal de BurgosEl argumento de la ópera también resulta curioso. Ambientada en la India inglesa, la historia dividida en tres actos «parece» la de una parábola religiosa protagonizada por una princesa de nombre Minatchi, que vive rodeada de un mundo pagano, y que al final se convierte al cristianismo.
Y decimos «parece» porque eso indica la acción que recoge la partitura, aunque al juntar todo el argumento el texto no tiene sentido. «Algo que debemos entender como normal si la obra tuviera entre medias diálogos, como ocurre en muchas óperas. Pero el único documento que por ahora conocemos de Minatchi es el que se conserva en el Archivo Municipal y no tiene esos diálogos».
Aquí entra en la trama Gaspar González Pintado, el libretista, un jesuita de Fuentecén que escribió otros textos para el músico fusilado en 1936. «De hecho, la mayoría de sus obras religiosas son de este autor. Era su poeta de cabecera». Que se sepa González Pintado escribió, al menos, otros 2 libretos musicales: un drama japonés en 3 actos con música de Vicente Arregui (Engracia) y una zarzuela misional con música de José Ma Beobide (La muñeca de China), amigo también de Antonio José.
Sin duda, dar con los diálogos de Minatchi resolvería parte del misterio y por eso Castro trata de localizar el legado de este religioso.
Para colegios y conventos. La conexión con los jesuitas de un hombre al que mataron por sus ideas no acaba aquí. El autor de la traducción inglesa de Minatchi es Cornelius E. Byrne, del que Castro ha sabido que estuvo residiendo un año en Oña, en el monasterio de San Salvador cuando era sede de la Compañía de Jesús. Sobre este hombre cuya traducción aparece en rojo sigue investigando para conocer los motivos de la versión bilingüe.
Decíamos que Minatchi es una obra de calidad y envergadura con connotaciones religiosas, pero falta por contar una «advertencia importante» que dejó escrita Antonio José: «El drama está dispuesto para ser cantado por voces mixtas, pero al fin del libreto va el arreglo que hay que hacer para que en congregaciones y colegios pueda representarse por solo varones o solo señoritas».
«Todo concuerda con que esté pensada para ser representada en este tipo de recintos porque es pequeña de duración -una hora de música- y tiene pocos personajes. Los que más cantan son Minatchi y el rey, y luego hay intervenciones de un ángel, la princesa Rukhamani, un coro de brahmanes y un hechicero llamadoAmmacannú», todo tan exótico como curioso.
Música india. Los nombres lógicamente son acordes con el lugar en el que se desarrolla la acción. Pero lo que aporta ese toque extranjero, folclórico y singular lo señala Antonio José en otro apunte manuscrito:«Este tema que tantas veces aparece en la obra de diversos aspectos tonales, me fue proporcionado por mi maestro don José María Beobide, quien lo transcribió directamente oyéndolo cantar a los indios». No me digan que eso no sería interesante y peculiar en cualquier pieza, pero si lo sumamos a una composición de Antonio José, el hecho es aún más extraordinario.
Para colmo, el músico apenas menciona esta obra en su correspondencia, teniendo en cuenta además que en el proyecto participan tres personas: Beobide con la música india transcrita en directo, Gaspar G. Pintado por el libreto y Cornelius E. Byrne con el inglés.