La vida empuja arriba, en el monte, pese a que todavía parezca un cementerio leñoso, un terreno espectral, desolado, habitado por una escasa legión de árboles calcinados que, como espantapájaros ennegrecidos, se aferran todavía a la tierra como si quisieran erigirse en tótems recordatorios del fuego devastador que el pasado verano arrasó 600 hectáreas de encinas, sabinas, quejigos y pinos en el valle del Arlanza, en la bellísima zona forestal y ecológica que comparten Puentedura, Quintanilla del Agua y Mecerreyes. La vida empuja, pero despacio: las huellas del fuego son todavía visibles en los alcores y vaguadas. Entre los vestigios de ramas y tallos carbonizados, en medio de ese paisaje todavía lunar, donde se espesa el silencio, ya se ven brotes de enebros y de encinas; las abubillas revolotean alocadas; saltan las liebres. Está muy limpio el monte porque en cada recodo se amontona en impresionantes hileras la madera quemada, que con tanto esfuerzo se ha ido apilando y que muy poco a poco está siendo triturada y convertida en pellet.
No ha pasado todavía un año (sucedió el 1 de septiembre) del pavoroso incendio que asoló estos armoniosos montes. Pero el trabajo de limpieza y reforestación se ha llevado a cabo según la planificación concebida y no sin complejidad, toda vez que la zona afectada es propiedad de al menos medio millar de particulares, y con eficacia y en tiempo récord gracias a la colaboración de los ayuntamientos para conseguir el objetivo principal: aminorar los impactos negativos del incendio y su rápida restauración. Según el Servicio de Medio Ambiente, se han repoblado 118 hectáreas con sabina y pino piñonero que estaban arbolados de pino laricio, quejigo y encina; y se ha cortado el arbolado dañado sobre terrenos poblados de encina y sabina donde la regeneración natural tras el incendio será suficiente para su restauración.
Esta repoblación se ha llevado a cabo mediante un proyecto financiado por el Ministerio de Medio Ambiente, que ha aportado 350.000 euros, y la Junta de Castilla y León, que ha aportado las plantas. Según explican los técnicos de la Junta, se han conseguido los objetivos marcados: reducir los riesgos erosivos y de plagas y enfermedades; la restauración de una masa forestal arbolada mixta que aporte en el futuro distintas posibilidades y diversidad ecológica; la compatibilización de los distintos intereses que la sociedad solicita del medio natural, ya sean aspectos productivos, protectores, de uso social y de biodiversidad; y la armonización de intereses sociales y económicos con la conservación del medio.
En total, se ha repoblado con 130.790 plantas, de las cuales 65.395 son pino piñonero, 56.893 sabinas y 8.502 de especies acompañantes, como cerezo, majuelo y endrino. En cuanto a la retirada de la madera, trabajos que están al 40 por ciento y que se espera concluir este mismo verano, para una mayor agilidad en la obra se están combinando trabajos con máquina multitaladora y cuadrillas de personal para el apeo y apilado. El material se está extrayendo y triturado para su aprovechamiento. En estas labores están trabajando tres máquinas: dos retroexcavadoras de cadenas y una retroaraña para las zonas de mayor pendiente.
En los terrenos particulares se estableció un plazo de solicitud y aprovechamiento para que aquel propietario que desease aprovechar la madera y leña de su parcela lo pudiese hacer; en las parcelas que no fueron cortadas por el propietario se procedió a su extracción por parte de Somacyl. En total, fueron 94 propietarios los que solicitaron y extrajeron su leña, estando en este momento Somacyl con los trabajos de retirada de leña en el resto de parcelas mediante máquina multitaladora, autocargador y trituración del material. «En esta zona se considera que con el rebrote de raíz de la encina y la regeneración natural que haya de otras especies la masa arbolada volverá a estar presente en la zona en un periodo razonable, aunque tardará muchos años en volver a tener las características previas al incendio», apuntan desde Medio Ambiente.