El Plantío ayer no era el templo del baloncesto. Dejó de serlo por unas horas. Pero fue por una buena causa. De la emoción del carácter que muestra el Tizona en sus partidos como local, se pasó a la emoción de unos bailes que vienen a llevar el orgullo de la tradición del territorio burgalés a lo más alto. Ayer tuvo lugar la edición número 41 del siempre interesante Festival de las Marzas.
Es un espectáculo para ver, disfrutar y degustar. De ahí que otro año más el polideportivo luciera un lleno que demuestra que las costumbres en nuestra tierra están muy vivas. Porque eso es al final lo que viene a mostrar este encuentro de danzantes y músicos, que en la provincia existen muchas agrupaciones dispuestas a mantener viva la llama de su arraigo.
Fueron nueve los grupos que convergieron en la desdibujada pista de baloncesto. Ocho locales: Asociación Cultural Amigos de la Dulzaina, Asociación de Danzas Estampas Burgalesas, Danzantes de Burgos, Danzas Burgalesas Justo del Río, Danzas Burgalesas Tierras del Cid, Danzas Castellanas Diego Porcelos, Grupo de Danzas Nuestra Señora de las Nieves y Grupo de Tradicionales Los Zagales, y un grupo invitado procedente de León, la Asociación Cultural Aguzo, que impregnó con influencias gallegas y asturianas un ambiente que había monopolizado la diversidad del folclore castellano.
Después de ser interpretadas las Marzas de Mecerreyes y poner a los asistentes en contexto de lo que simbolizan, empezó la riqueza de la convergencia de las distintas formas de interpretar el baile según cada zona (...).
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