Los fruticultores del Valle de Caderechas mantienen la calma. La bajada de las temperaturas registradas durante las últimas semanas del mes de febrero y los primeros días de marzo que, además, han estado acompañados de lluvia y nieve, ha estancado el desarrollo de los más de 40.000 cerezos que amenazaban con florecer un mes antes de tiempo. Las previsiones meteorológicas advierten que el buen tiempo tardará en llegar y ello atrasará el fenómeno natural, que desde la Asociación de Comerciantes y Fruticultores prevén que podrá contemplarse a partir de «Semana Santa y durante las jornadas siguientes».
Estos árboles, depende de la variedad, necesitan entre 400 a 500 horas de calor por encima de los cuatro grados para que las flores broten. La gran mayoría «acumulan unas 190» (calculado a partir del 1 de enero), mientras que en la misma fecha del año anterior «rondaban las 230», explica Juan José Gandía, productor y presidente de la Asociación. Los datos confirman que a pesar de que las altas temperaturas registradas en enero, de hasta 18 grados, batieran récord, las de febrero y marzo bajaron hasta llegar a valores «normales». Durante los tres primeros meses de 2023, en Caderechas hizo, «de media, más calor que ahora», y ello repercutió en que el suelo se «mantuviera muy seco, desfavoreciendo así a los frutales», añade.
Para la tranquilidad de los trabajadores del campo, después de la «desastrosa» campaña del pasado año debido al exceso de calor y la falta de agua, y las temperaturas estables de ahora, el desarrollo de los árboles se ha paralizado, a pesar de que los primeros días de febrero lucían unas abultadas yemas atípicas de la estación. «La lluvia ha frenado el proceso, los brotes engordan a un ritmo común y no hay ni rastro de las flores», aclara Gandía.
Los productores que cultivan los cerezos en fincas ubicadas en las zonas más altas del Valle, como Herrera, Rucandio o Madrid, no compartieron la angustia con los de los pueblos más bajos. En su caso, los brotes han ido aumentando el volumen al ritmo de las anteriores campañas, mientras que en Salas, Cantabrana o Terminón, el 2 de febrero alcanzaron un «tamaño considerable», declara Germán Ayús. Tanto él como su hermano se dedican a la venta de fruta y sufren desde hace años las terribles consecuencias del «cambio climático». Calcula que ha perdido más de 25 cerezos en un mismo terreno por la sequía, que este año no es tan notable. «Está lloviendo y los arroyos llevan agua. Además ha nevado, poco, pero vendrá bien para que el suelo se nutra», manifiesta.
Si bien, aunque el campo de Caderechas se tiña de blanco a finales de marzo, la producción no estará garantizada hasta semanas después. Una drástica bajada de temperaturas amenazaría no solo la cereza, también la de otras frutas como la manzana o la pera. Cuanto más frío se registra, mayor porcentaje de flores se congelan, lo que supone que la recolección puede verse muy perjudicada. Los -7 grados a los que descendieron los termómetros el pasado abril fulminaron las flores de prácticamente toda la zona, un hecho que generó la pérdida de prácticamente toda la cosecha.
De ruta. Salas de Bureba es una de las puertas de entrada -y la más accesible- a Caderechas. También la localidad más poblada y con la que más servicios cuenta. El Centro de Interpretación del Valle se ubica en la plaza Mayor y abre a diario. La entrada es gratuita y es necesario reservar previamente. Por otro lado, los viajeros interesados en visitar la zona en plena floración cuentan con una ruta que les llevará a conocer el resto de pueblos (14) y las extensas fincas. Los amantes de la bicicleta y del senderismo también disponen de recorridos señalizados.