Trabajar cuando los demás se divierten

C.M. / Burgos
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Los músicos de las charangas tienen una agenda frenética. Javier Pérez Aguilar pertenece a la de Sobrinos del Cid.

Javier, en la calle Vitoria, la vía que recorren las charangas en la tradicional bajada de la peñas tras los toros. - Foto: Alberto Rodrigo

La Real Academia de la Lengua define charanga como una banda de música de carácter jocoso formada por instrumentos de viento y percusión. Sin duda, las fiestas no serían igual si no existieran. Su sonido es inconfundible y anima al más tristón. Arropan a las peñas en los toros y luego en la bajada y también acompañan los actos más tradicionales como el lanzamiento de la bota, la cabalgata y la ofrenda floral. Pero su día a día no acaba ahí. Siguen tocando en la sede de la peña que las contrata hasta bien entrada la noche. 

Sus integrantes tienen que trabajar mientras los demás se divierten pero no les importa. Llevan la música por bandera. Bien sabe de ello Javier Pérez Aguilar (alias Javi Perkins), de la charanga Sobrinos del Cid. Ya con ocho años se apuntó a la Escuela de Dulzaina y pertenecía a la peña Los Felices, a la que siempre han estado vinculados sus padres, y empezó a hacer sus pinitos. La Diputación daba subvenciones a los pueblos para contratar charangas y se apuntaba aunque no formaba parte de ninguna. Esos contactos le hicieron conocer a la charanga Los Chones y comenzó a tocar con sus integrantes en las fiestas de San Pedro. Decidió dar un salto más y crear su propio grupo en 2006 junto a otros jóvenes a los que había ido conociendo en diferentes actuaciones para hacer lo que más les gustaba, disfrutar de la música.

Se estrenaron en las fiestas de San Pedro de 2007 e iniciaron un camino no exento de problemas como la falta de repertorio o local de ensayo, que solucionaron con las ganas de seguir aprendiendo y haciéndose un nombre dentro de la ciudad, en la provincia y fuera de ella. Y es que en Burgos solo hay cinco charangas (15 en la provincia). Además de Sobrinos del Cid están Los Chones, Entre Notas, Los Famosos y Tocata mientras que el número de peñas se eleva a 37, lo que hace que sean necesario contratar agrupaciones de fuera. «Es necesario tirar de personas de otras charangas. Es un mundillo en el que nos conocemos todos y nos echamos una mano», asegura Javier Pérez, que reconoce que dentro de una charanga siempre hay nuevas incorporaciones y también salidas debido a las obligaciones laborales y familiares. 

Respecto al repertorio que eligen para tocar también se está unificando, dado que es el público el que decide. Potra salvaje, una canción de la segoviana Isabel Aaiún que se ha hecho famosa a través de YouTube, es la última tendencia pero tampoco falta la eurovisiva Zorra y todas las de Abba, así como las tradicionales como Paquito ElChocolatero. Nunca falta los pasodobles, rancheras, cumbias, mambos, pop, rock o reguetón. «Te ves un poco obligado o de lo contrario te quedas atrás. Hay canciones que no nos gustan pero las tenemos que incorporar y te las tienes que ingeniar para sacar la particura o comprala». 

Lo normal es que una charanga esté formada por unos ocho músicos, dos que toquen instrumentos de percusión, dos trompetas, dos xafones, un tombrón o una tuba o icón, aunque puede incrementarse. Y es que los ciudadanos no saben el gran trabajo que hay detrás de una charanga. Muchas horas de ensayo, búsqueda de los repertorios, viajes... 

Cuando llega San Pedro no hay ni un minuto de descanso. Toca vestirse para ir cada día a los toros con la peña que les ha contratado, en el caso de Sobrinos del Cid, con Busas La Inmaculada. A las 17.30 horas tienen que estar disponibles para hacer el recorrido desde el centro o Gamonal hasta el Coliseum, luego tocar durante el festejo. «Generalmente antes de que empiecen los toros nos gusta tocar el tema más nuevo, dado que es el momento en el que mejor se puede escuchar». 

Tras la bajada, toca ir a la sede de la peña para animar a Gamonal, el barrio en el que está enclavada hasta las 23.30 horas. Su charanga recorre la calle Vitoria, una de las más largas de la ciudad y que une el citado barrio con las plazas del Rey y Mío Cid. Al día siguiente lo mismo aunque compaginándolo con otros actos programados por la mañana. 

A pesar de ello, Javier Pérez Aguilar no cambiaría el modo que vive las fiestas aunque tenga que trabajar. «Sería muy raro vivir unos sampedros sin tocar en una charanga aunque te pierdes muchas cosas, por ejemplo nunca l