Miranda supera los 36.000 habitantes tras 9 años por debajo

ÓSCAR CASADO / Miranda de Ebro
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El Instituto Nacional de Estadística contabiliza 36.018 vecinos, lo que supone un incremento de 379 respecto a 2023. Colectivos locales aplauden el dato, pero manifiestan que hay mucho por recuperar

La subida de dos años consecutivos ha favorecido que se supere la barrera de los 36.000 residentes en Miranda de Ebro. - Foto: Luis López Araico

El Instituto Nacional de Estadística (INE) vuelve a colocar a Miranda por encima de la barrera de los 36.000 habitantes. La ciudad vivía a la sombra de esa cifra desde 2015, nueve años en los que el número de vecinos ha subido y bajado sin grandes novedades hasta este momento.  Así, la población da un paso simbólico gracias a un incremento en un año de 379 nuevos inscritos. En dos ejercicios, la subida roza los 800 y en la ciudad se aplaude el dato, aunque se reconoce que aún queda mucho por recuperar.

Así lo explica el presidente de la asociación de hosteleros Altamira. Pepe Rey admite «que es un buen dato», aunque considera que se debe mirar más alto, «incluso a los 50.000 habitantes, porque la ciudad está preparada para ello». Ese número parece una quimera, porque el techo de Miranda se fijó en 2008 con 39.589 residentes.  Tras ese año, el INE prácticamente ha dibujado una tendencia sin freno. En 2019, con 35.522 se vivió un cambio de tendencia, lo que invitaba a pensar en la recuperación. Sin embargo, tras la pandemia en 2021 la población volvió a descender y en 2022 se tocó suelo con 35.239 habitantes.

Desde ese momento, en distintos ámbitos de la ciudad han surgido voces que hablaban de cambio. Por ejemplo, en la educación secundaria, los institutos han reclamado la construcción de un tercer instituto público. Lo hacían porque las matriculaciones extraordinarias, con el curso ya empezado, aumentaban por la llegada de trabajadores. En el IES Fray Pedro de Urbina, su director Jesús Asensio ensalza que el dato del INE «corrobora lo que venimos diciendo», y aunque reconoce que aún hay que pelear por llegar a cifras próximas a los 40.000 habitantes, confía en seguir la buena línea, porque «en este curso esperamos superar los 900 alumnos» y comenzaron con 857.

Asensio habla de la llegada de empresas en Ircio, «pero también en Arasur como con el centro de datos, porque toda esa gente no va a vivir en Bilbao o en Vitoria», predice. Además, en los institutos mencionan la reagrupación familiar que se repite con el arranque del año y finaliza el curso en Latinoamérica. «Que un alumno se matricule quiere decir que hay una familia detrás», advierte el director del Fray Pedro, quien apunta que el dato municipal del censo suele  mejorar el del INE. De hecho, hace un año, el Ayuntamiento de Miranda comunicaba que tenían registrados a  36.251 habitantes.
Independientemente de la cifra total, la población extranjera tiene peso en este incremento. Así lo ensalzan también desde la Asociación de Mujeres Inmigrantes Sin Fronteras, donde Mirta Cajamarca destaca en especial la llegada de personas de «Iberoamérica y Marruecos». El colectivo ayuda en la parte emocional a los recién llegados y dentro de sus problemas fijan la vivienda, porque la oferta cada vez es menor al sumarse gente nueva y los precios suben, lo que genera un problema. De todas formas, Cajamarca habla de «la hospitalidad de la ciudad» y eso actúa de imán porque «muchos vienen porque conocen a alguien y hablan bien del sitio», puntualiza.

En la Unión Democrática de Pensionistas de Miranda están experimentando un gran aumento de socios «de trabajadores que se jubilan», detalla Pilar Alcorta, quien no destaca las personas que a esa edad puedan regresar a su ciudad de origen. No obstante, reflexiona sobre el relevo generacional que existe en las empresas mirandesas, en las que se necesita mano de obra «que tiene que venir de fuera». Además,  Alcorta considera que «también hay que tener en cuenta la mucha gente que trabaja en Vitoria y vive aquí».

Sobre la relación con la capital alavesa también hablan los hosteleros, sector en el que matizan que «no se nota un boom de clientes, pero sí  un ligero repunte». Rey añade como argumento la gente que viene de la capital vasca «donde el precio de la vivienda está más alto», una situación que se daba cuando Miranda rozó los 40.000 habitantes que aún quedan lejos.