En un mercado inmobiliario cada vez más desatado, con el precio de la vivienda nueva subiendo y con los tipos de interés que rigen las hipotecas por las nubes, muchos burgaleses han optado por el alquiler como método para acceder a la vivienda. Esta vía, a todas luces más económica que las -en ocasiones- abusivas cuotas que se cobran ahora con los préstamos, ha cerrado un 2023 que ningún inquilino a buen seguro se imaginaba.

En los últimos doce meses el precio del metro cuadrado para arrendar se ha disparado en la ciudad de Burgos un 8,3%. De los 7,8 euros que costaba de media en diciembre de 2022 se ha pasado a los 8,4 euros a cierre de curso, un incremento espectacular y que ha afectado a todos los barrios de la capital. Dicho de otra manera, el alquiler en un piso tipo de 85 metros cuadrados ha pasado de 663 a 714 euros al mes. «Ha sido una subida generalizada en todo Burgos», resume José Muñoz. El gerente de la Cámara de la Propiedad Urbana de Burgos explica que, ante la mucha demanda y la poca oferta, los burgaleses han tenido que ampliar el espectro de posibles zonas en las que vivir.

«Los límites geográficos que se impone la gente han desaparecido por completo. Lo importante es encontrar un piso», asegura. Prueba de ello es el poco tiempo que transcurre desde que la entidad que dirige recibe una vivienda para sacar en alquiler hasta que encuentra inquilinos. «Es un proceso muy rápido, mucho más del que estábamos acostumbrados hasta hace unos años por la enorme demanda existente», confiesa.

Explica que las medidas «restrictivas» que ha puesto en marcha el Gobierno en los últimos tiempos -véase el tope de subida al 2% (3% este 2024) o la normativa contra desahucios- han provocado que muchos propietarios se retraigan a la hora de poner sus inmuebles en el mercado, lo que choca con el alza del interés por el alquiler ante el elevado precio de la vivienda nueva o la imposibilidad de acceder a una hipoteca. 

(Más información, en la edición impresa de este domingo de Diario de Burgos o aquí)