Tras un 2022 muy cruento en las carreteras de la provincia, ejercicio en el que se registraron 22 fallecidos, en 2023 se moderó la siniestralidad vial de carácter grave y acabó con 18 víctimas mortales en accidente de tráfico en vías interurbanas. El descenso no es que sea demasiado acusado y quedan muy lejos los 11 muertos que se contabilizaron en 2021, pero cualquier dato a la baja tras un año tan calamitoso como el 2022 ha de ser recibido como una buena noticia.

En el año que acaba de tocar a su fin la Jefatura Provincial de Tráfico y la Guardia Civil han puesto especial énfasis en combatir una de las principales causas de siniestro vial en la provincia burgalesa: las distracciones. Y es que casi la mitad de los accidentes registrados obedecen a despistes o a somnolencia. Con todo, sigue siendo muy complicado controlar a todos los conductores que usan el móvil al volante, se distraen con el navegador o se encienden un cigarrillo en mitad de la ruta.

La estadística de siniestralidad del pasado año revela algunos aspectos preocupantes. El primero, que la N-120 -carretera aún sin desdoblar- sigue siendo la vía de la provincia más letal, con tres fallecidos en otros tantos accidentes de circulación. Hay que recordar que en la actualidad la A-12 solo está en obras el tramo que une La Rioja con Villamayor del Río. El que separa esta localidad de Villafranca Montes de Oca contaba con proyecto, pero este debe actualizarse antes de salir a licitación tras años en el cajón ministerial. En la misma situación está el trayecto entre Villafranca e Ibeas de Juarros. Los 4,3 kilómetros entre Burgos capital e Ibeas están en fase de redacción del proyecto y a la adjudicataria le quedan 12 meses para terminar de redactarlo. Es el segundo proyecto para un tramo cuyas obras llegaron incluso a iniciarse, pero la UTE acabó renunciando a ellas después de que el Ministerio no admitiera un modificado y resolviera el contrato.

(Más información, en la edición impresa de este martes de Diario de Burgos o aquí)