Una premonición, un pálpito, un buen augurio o simplemente una feliz casualidad. Llámenlo como prefieran, pero el destino ha puesto al inolvidable Juanito en el camino del Burgos Club de Fútbol hacia la Segunda División.
En el entrenamiento de esta mañana en el estadio romano José Fouto de Mérida, la expedición blanquinegra ha pasado delante de la lápida que recuerda los 141 días que el malagueño estuvo como entrenador en el club extremeño, hasta que el fatídico accidente truncó su carrera y le impidió cumplir la promesa que hizo al despedirse del Santiago Bernabeu: "Volveré algún día como entrenador de la casa".
En noviembre se cumplirán 30 años del debú en el banquillo del Club Polideportivo Mérida en Segunda División. Fue precisamente ante el Athletic B en San Mamés, al que ganó por 1-2 con goles de Paquito y Morón, y Santiago Cañizares en la portería.
Fichó por el Mérida pro 4 millones de pesetas, con la promesa de 15 millones si ascendía a Primer División. Aunque había renovado poco antes de morir, se escucharon rumores que lo situaban la temporada siguiente en el banquillo del Burgos, en Primera División, donde su huella como jugador sigue hoy imborrable.
Y a ese mismo rival, con el que el Burgos se juega mañana el ascenso, tenía que recibir el equipo de Juanito en el partido que nunca lo llegó a dirigir Juanito, pues falleció en un accidente de tráfico cuando regresaba junto al preparador físico del Mérida, Lolino, de ver un Real Madrid-Torino en el Bernabéu. Ese 2 de abril de 1992 murió Juan Gómez en el kilómetro 161 de la N-V, pero la leyenda de Juanito nunca ha estado más viva.