La leyenda del tiempo, el disco con el que Camarón de la Isla revolucionó el flamenco y con el que abrió para siempre sus puertas y límites, cumple 40 años, cuatro décadas que han consagrado aquella herejía del príncipe gitano como un hito de la historia de la música. Una leyenda que se ha hecho leyenda.
"Ricardo, el próximo disco de guitarrita y palmas", recuerda Ricardo Pachón, productor de aquel disco, que Camarón de la Isla llegó a decir, en broma, después de que muchos cantaores le dijeran que estaba "loco" por meterse en esos experimentos, alejándose de la pureza del cante, poniendo en riesgo su consagrada carrera.
Pero lo dijo "en un momento de mosqueo", porque en realidad a Camarón de la Isla "le gustaba mucho ese disco, no se arrepintió jamás", cuenta Pachón, el "cocinero" que urdió aquel cóctel revolucionario de rock y flamenco.
Cuando el 16 de junio 1979 el disco salió al mercado, hubo seguidores, sobre todo gitanos, que lo devolvieron a la tienda: aquel no era su Camarón. Sus ventas no superaron en los primeros meses 7.000 copias, muy por debajo de las 30.000 que solía vender por aquel entonces. Fue un fracaso.
"No lo entendieron. Camarón se tomaba las críticas con sentido del humor", consciente de que "se había adelantado 15 años al tiempo de desarrollo de la música flamenca", explica. Su éxito ha sido un camino lento, pero cierto.
Cambio de estilo
Los dos meses que duraron su creación y grabación fueron "los mejores tiempos que pasó Camarón". "No era una persona expresiva, pero jamás le vi tan feliz", recuerda Pachón, amigo suyo desde que a los 13 años lo conoció en la puerta de la Venta de Vargas. Fue a él a quien un día, tras grabar nueve discos bajo la severa disciplina del padre de Paco de Lucía, confesó que necesitaba cambiar de productor, de discográfica y de estilo.
Le habían gustado las aventuras musicales que muy poco antes habían emprendido Las Grecas, Smash, Lole y Manuel, Veneno o Pata Negra, toda una "banda de locos" en una Sevilla en la que "el LSD era como la Cruzcampo" y a la que el rock internacional llegaban en vuelo directo desde las bases de Rota o Morón.
Analfabeto pero "con una inteligencia prodigiosa", Camarón se dio cuenta de que algo se estaba moviendo los cimientos del flamenco. Como no tenía canciones para un nuevo disco, a Ricardo Pachón se le ocurrió ofrecerle unos temas que había compuesto con letras de García Lorca, como La nana del caballo grande o La leyenda del tiempo.
"No se los había cantado a nadie en mi vida. Eran para mí un desahogo, pero no tenía la menor intención de cantárselos a nadie. De pronto me veo cantándoselos a Camarón, precisamente a Camarón", cuenta el productor, que asegura que el cantaor le escuchó con toda su generosidad: "Era mejor persona que cantaor, y fíjate que eso es difícil".
Diez temas suyos y otros dos de Kiko Veneno, como Volando Voy, conformaron este álbum en dos meses de risas y fiesta para todos aquellos que participaron del proceso entre Sevilla y Madrid.
Duración en el tiempo
El espíritu de aquella revolución musical se quedó en el disco, porque sólo se hicieron dos conciertos, en Barcelona y Marbella.
Acostumbrado a la libertad de ir a los conciertos con uno o dos guitarristas "la idea de un grupo fijo le horrorizaba. Tener aparatos, manager... era todo más complicado. Y al final, cuando se repartía el dinero, le quedaba menos que cuando iba sólo con Tomatito", explica el productor.
Pero fue suficiente para "abrir las puertas al campo" del flamenco. Una puerta que muy pocos, al margen también de Enrique Morente y su célebre disco Omega con Lagartija Nick, han vuelto a atravesar con sabiduría y respeto por el flamenco.
El cantaor no volvió nunca más a arriesgar tanto. Tampoco volvió a hacer disco "de guitarrita y palmas". Luego vendrían Calle Real, Viviré o Como el agua, con los que, de nuevo con Paco de Lucía, se adentró en una senda "más comercial", empapada de ecos del latín jazz, recuerda Pachón.
A pesar de que con La leyenda del tiempo Camarón de la Isla grabó por primera vez en un estudio grande, con 24 pistas, el resultado del sonido fue malo.
"Nos faltaba experiencia", confiesa Ricardo Pachón, que hace unos años se dio "la sorpresa de su vida" cuando, para una edición especial, pasaron a formato digital las cintas originales del estudio y comprobaron que en ellas "la limpieza de la voz" de Camarón no tenía nada que ver con la que dejaba apreciar en la primera grabación.
Así, aquella leyenda que ahora cumple cuatro décadas, tiene garantizado vivir en el tiempo.