Miguel A.Z., burgalés de 42 años, fue detenido ayer por la tarde por el Cuerpo Nacional de Policía como presunto autor del que podría ser el asesinato machista número 25 de este año en España, si la autopsia confirma los indicios, aunque tampoco se puede descartar el suicidio. La víctima, una mujer de nacionalidad rumana de 20 años, mantenía una conflictiva relación con el sospechoso de la que existen numerosos testimonios en el entorno del domicilio que compartían en la avenida del Cid, aunque no le había denunciado nunca. No obstante, sí había sido víctima de malos tratos a manos de parejas anteriores, del mismo modo que a él le constan antecedentes por violencia de género con otra mujer, con la que al parecer tiene un hijo.
La propia víctima llamó al 112 poco antes de perder la vida, sobre las 15.30 horas para avisar de que estaba teniendo problemas con su pareja. Después, fue el detenido quien marcó el número de emergencias para requerir la presencia policial alegando que la mujer estaba muy nerviosa y se había encerrado en una habitación con un cuchillo. Cuando llegaron las primeras dotaciones policiales, la mujer estaba muerta y su compañero sentimental explicó a los agentes que la joven se había ahorcado en ese cuarto, al que él había conseguido entrar posteriormente y que había «descolgado el cadáver», según informa la Subdelegación del Gobierno.
De ahí que el escenario de los hechos que se encontró la Policía esté alterado por la intervención del detenido y el informe forense sea clave para determinar si esta mujer de 20 años decidió quitarse la vida voluntariamente o se trata de una muerte violenta. Los testimonios recogidos por la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría de Burgos durante toda la tarde apuntan a una discusión muy violenta, trufada de gritos, insultos, golpes al mobiliario, platos y vasos rotos... No solo pudieron escucharla los vecinos del número 66 de la avenida delCid, en el que residía la pareja, sino también quienes se encontraban en el exterior, porque al tratarse un primer piso los gritos llegaban a la calle a través de la ventana abierta perfectamente nítidos.
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