El mundo rural, en crisis permanente por el rampante envejecimiento de su población y el inexorable vaciamiento de sus núcleos, vive cada verano su particular espejismo: los pueblos de la provincia resucitan durante los meses de julio y agosto gracias a un aluvión de veraneantes. Aunque no hay estadísticas precisas, se calcula que la provincia (exceptuando Burgos capital, Aranda yMiranda) recibe en torno 150.000 personas, una población flotante que constituye casi el doble de la que habita permanentemente. La norteña comarca de Las Merindades, por su cercanía con el País Vasco y como herencia de la emigración de la segunda mitad del sigloXX, es la que registra el más notable incremento poblacional, siendo Villarcayo, Medina de Pomar yEspinosa de los Monteros los municipios que estos días baten todos los récords. No en vano, aunque agosto es el mes por excelencia del veraneo rural, ya es más que palpable, especialmente los fines de semana, la masiva presencia de gente en los pueblos
No resulta sencillo gestionar tamaña masificación, por más que sea temporal. Lo sabe bien AdriánSerna, alcalde de Villarcayo, que cuenta con un padrón de 4.100 habitantes y alcanza -en picos concretos, especialmente hacia mediados de agosto- los 24.000, nada menos. Esto es, quintuplica su población, como sucede con la vecina Medina de Pomar que rige Isaac Angulo, que de 6.000 habitantes empadronados llega en momentos concretos del estío a rozar o sobrepasar los 30.000. Una barbaridad que los ayuntamientos tratan de afrontar como pueden, sabedores de que es un imposible dar puntual servicio a tamaña marabunta. Así, se las ven y se las desean para poder ofrecer los servicios necesarios.
«Tenemos certificado que en verano hay más de 20.000 personas en Villarcayo, lo que no quiere decir que lo estén de continuo.Quizás la media esté en torno a 16.000.En cualquier caso, esto sólo se puede gestionar incrementando el personal de los servicios públicos, reforzando especialmente los de limpieza, jardinería y recogida de residuos sólidos urbanos. Y haciendo esto compatible con el resto de servicios que ofrecemos en verano y no durante el resto del año como pueden ser las piscinas naturales y las municipales», explica Serna. Ese crecimiento exponencial de la población acarrea complicaciones. Según el regidor de Villarcayo, uno de ellos es la movilidad. «Si tuviéramos durante todo el año los mismos habitantes que tenemos durante el mes de agosto tendríamos la villa llena de semáforos, por ejemplo; otro problema es el aparcamiento de los vehículos. También la recogida de basuras, que es una gestión directa, municipal, sin mancomunidad ni consorcio. Es necesario aumentar esa recogida pero siempre puede darse algún problema, como la avería de un camión. Eso nos ha generado algún año problemas».
Con todo, admite Serna que la «costumbre» de registrar verano tras verano este aluvión poblacional hace que la gestión salga siempre adelante. Y hace hincapié en la parte positiva: «Es una maravilla ver los pueblos llenos.Tenemos pedanías con diez habitantes que en verano llegan a tener ciento cincuenta. Aquí acogemos a todos con los brazos abiertos, no solamente al que tiene su segunda residencia, sino al que viene a hacer turismo».
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