Es la suya una mente maravillosa. La burgalesa María Pe Pereira pertenece al grupo de inteligencias que contribuyen con su granito de arena a desarrollar, desde una vertiente tan teórica como la Geometría Algebraica y la Teoría de Singularidades, las Matemáticas, una de las disciplinas que mueven el mundo de hoy. Nacida en 1981, estudió en el colegio hoy llamado Río Arlanzón hasta 4º de EGB y completó su formación en Jesús María. A los 17 años fue medalla de oro en una Olimpiada Matemática Española; una década después, resolvió en colaboración con Javier Fernández de Bobadilla una conjetura planteada por John Nash, el matemático en el que se inspiró la famosa película Una mente maravillosa; en 2012 se convirtió en la primera mujer en ser galardonada con el Premio José Luis Rubio de Francia que otorga la Real Sociedad Matemática Española. María Pe Peira es profesora de la Facultad de Ciencias Matemáticas y miembro del Instituto de Matemática Interdisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid.
¿Cuándo entraron las matemáticas en su vida? ¿Qué fue lo que más le fascinó de ellas?
Mi primer contacto importante con las matemáticas fue a través de problemas de en una Olimpiada escolar. Mis profesoras de EGB me motivaron mucho en este sentido. Era algo que me entretenía durante horas. La comprensión de un problema, que en primera instancia no eres capaz de resolver, suele ser un descubrimiento apasionante, aunque sea a pequeña escala.
¿Qué son para ti?
Son una realidad que podemos ir descubriendo, y también una herramienta muy útil para entender el mundo y mejorarlo.
¿Qué explican las matemáticas?
Las matemáticas son una extensión de la lógica, las necesitamos para dar estructura a la realidad y poder así comprenderla.
¿Y su utilidad en la cotidianidad? ¿Hasta qué punto gobiernan nuestros días?
La utilidad es múltiple, nos pueden ayudar a optimizar cualquier tarea, por sencilla que sea, pero también están escondidas en toda la tecnología, y hoy más que nunca en la sociología. Son un arma para influenciar a mediana o gran escala.
Parecen haber cobrado en los últimos tiempos un prestigio y una importancia que quizás en otra época no eran tan visibles o que, al contrario, parecían casi ‘malditas’ o tachadas como una ciencia aburrida o ininteligible. ¿A qué se debe? ¿Tiene que ver con que son esenciales en el desarrollo de la tecnología?
Lo cierto es que siempre han estado ahí, en particular detrás de la física y de toda la tecnología. Quizás el hecho de que ahora los ordenadores puedan manejar bases de datos enormes ha amplificado el impacto de la estadística, lo que se conoce como Big Data, o permitido la inteligencia artificial. Muchos sectores de la sociedad se han dado cuenta de que las matemáticas pueden contribuir de una manera bastante sistemática a hacer más eficaz casi cualquier tarea.
¿Las matemáticas se enseñan bien en la escuela o aún podrían hacerse más atractivas para los jóvenes estudiantes?
Todo es susceptible de mejorarse. Siempre se puede intentar proponer problemas más cercanos a la realidad del estudiante, pero las matemáticas son difíciles, sobre todo porque exigen sosiego y concentración, algo cada vez más difícil de conseguir en nuestros días. Ahora hay muchas facilidades para hacer materiales muy visuales y prácticos que agilicen el aprendizaje, y sería un desperdicio no usarlos. Pero creo que no se pueden saltar etapas.
¿Qué más podría enseñarse?
Hablar de las aplicaciones es algo que puede llegar fácilmente a todos, al menos de una manera superficial, y sin demasiado esfuerzo, es algo que debería enseñarse en la escuela, pero más bien lo veo dentro de una posible asignatura de Historia de la Ciencia, que es algo que sí que se echa de menos. Creo que no hay nada que haya cambiado más la civilización que la ciencia, el estudio de la historia, sin esta perspectiva, siempre será incompleto.
Muchos científicos afirman que las matemáticas pueden hacernos más humanos, más plenos y felices...
Como le escuché una vez a Artur Ávila, medallista fields brasileño, las matemáticas son un rasgo realmente distintivo del ser humano y deberían considerarse una parte esencial de nuestra cultura. Igual que la sensibilidad artística, es algo que merece la pena desarrollar porque nos da satisfacción y nos hace sentir vivos. Creo que casi todo el mundo podría disfrutar, dedicando cierta concentración, con una idea matemática genial sencilla, igual que casi todo el mundo disfruta con la música.
¿Y estimulan el sentido crítico? ¿Pueden las matemáticas hacernos menos manipulables e influenciables?
Nadie está libre de ser manipulado, creo que eso siempre hay que tenerlo presente. Hay que ser consciente de que las máquinas, internet, tienen muchos datos nuestros y saben por dónde atacar. Eso es gracias a la estadística y las matemáticas. Estar demasiado expuesto a información no seleccionada por nosotros nos hace vulnerables. Ser consciente de esto es el primer paso. Y sí: las matemáticas estimulan el sentido crítico porque se basan en razonamientos rigurosos, enseñan a sintetizar, a discernir lo que es causa y lo que es consecuencia. Exigen reflexión continua.
La palabra algoritmo se ha puesto de moda y a los profanos empieza a sonarles como una solución para todo: se habla de algoritmos que pueden llegar a predecir el riesgo de desarrollar Alzheimer, por ejemplo. ¿Cómo se puede entender eso?
En muchos casos se trata de estadística simplemente. En la inteligencia artificial, que puede ser usada para automatizar decisiones, diagnósticos... el conocimiento de expertos de carne y hueso complementa los datos para sacar de ellos información relevante y dar criterios de decisión. Es la opinión de los expertos, siempre parcial y limitada, la que está detrás del algoritmo. Las matemáticas lo que permiten aquí es hacer uso de bases de datos gigantescas de información que un humano no podría absorber.
O sea, que tienen un potencial casi infinito...
El poder de las matemáticas puede ir mucho más allá, puede aportar modelos que anticipen el comportamiento de sistemas más complejos. En estos casos, las matemáticas permiten un salto lógico mucho mayor. Estos modelos funcionan muy bien en la física, pero la biología por ejemplo es mucho más complicada y por tanto los modelos son más imperfectos.
En este sentido, y sobre la realidad en la que está ahora inmersa la humanidad con la epidemia de COVID-19, ¿qué papel han tenido las matemáticas?
Diría que los modelos matemáticos existentes de epidemias han sido claves para predecir y entender en la magnitud real que podría tener la epidemia si no se tomaban medidas. Pero yo no soy experta en estos temas...
¿Diría que los modelos pueden servir para anticipar cómo va a evolucionar la epidemia?
Según se han ido poniendo restricciones (prohibición de viajar, cuarentena), los modelos son cada vez más complejos, cada vez intervienen más variables (las restricciones muchas veces dependen de la región, sigue habiendo trasvases de población... ), y es más difícil sacar conclusiones de ellos que permitan anticiparnos a la evolución de la epidemia. Estos modelos pueden potencialmente asimilar información de médicos, biólogos, sociólogos... y por tanto condensar la información de muchos expertos, así que pueden ser muy útiles. Un problema que tienen es que necesitan datos iniciales buenos, y los disponibles pueden no ser suficientes o no adaptarse al modelo que se quiere aplicar. Eso sí, hay que saber que un modelo es siempre imperfecto, no es una bola de cristal.
¿Y ayudarán las matemáticas a sacar conclusiones para enfrentarnos mejores a rebrotes futuros?
Por supuesto, el estudio estadístico que se pueda hacer de los datos, estoy segura que será fundamental para saber con bastante certeza qué variables o actuaciones han sido determinantes para contener el virus o para que haya rebrotes, si los hubiera. La potencia del estudio estadístico dependerá absolutamente de los datos que se vayan recogiendo mientras dure la epidemia. Esto es fundamental.
¿Nos iría mejor con políticos matemáticos o que entre la clase política hubiese más científicos?
Cada uno tiene que seguir sus impulsos, y quizás no todos los científicos tienen el sentido práctico muy desarrollado... Eso sí, asesores científicos para según qué cosas estoy segura que podrían aportar mucho.
Algo que nunca he entendido es por qué el Estado no hace uso del sistema de ciencia que tiene. Muchas veces, cuando hay un problema inesperado que hay que comprender o resolver, por ejemplo relacionado con la ecología, se contrata a una empresa externa para que lo analice, habiendo científicos en el CSIC o en las universidades que podrían hacer ese estudio de una manera mucho más independiente, fiable, y barata. En el caso del COVID-19 sí que había un centro de epidemiología estatal, pero en otros casos no es así y hay que buscar expertos desde el principio.
El problema quizás es que este país no ha apostado lo suficiente por la ciencia y la investigación...
Lo que sí que creo que hay que hacer es exigir a los políticos que inviertan en educación y en ciencia, y en ciencia básica en particular.
¿No puede dar la impresión de que ‘matematizarlo’ (perdón por el palabro) todo o casi todo resta naturalidad a la vida? Se dice que un algoritmo puede sustituir a un librero, por ejemplo...
Restaría alegría, desde luego. Lo que ocurre es que un algoritmo tiene también muchas ventajas: puede darte la síntesis del consejo de muchos libreros y lectores en un click.
Usted resolvió una conjetura planteada por John Nash en los sesenta. ¿Se ha marcado nuevos desafíos?
Ahora mismo estoy desarrollando, junto con Javier Fernandez de Bobadilla, Sonja Heinze y Edson Sampaio, una Topología Algebraica métrica, una teoría paralela a la Topológica Algebraica clásica que permite codificar de manera algebraica, casi con una lista de números (una lista de grupos exactamente), la forma de un objeto físico (en el que en particular puedes medir distancias), por ejemplo sus lóbulos o las estrangulaciones que tenga... El desafío ahora es buscar aplicaciones importantes que intuimos que las puede tener.