El ritmo no se detiene en la Ribera del Duero. Sin prisa, pero sin pausa, la Denominación de Origen registra un crecimiento más que notable. Tanto es así que todos los años, desde su creación en la década de los 80 hasta la actualidad, va engrosando su lista de bodegas. Ejercicio tras ejercicio, las sociedades aumentan. Así, de las 186 firmas que operaban hace justo 20 años se ha pasado a 317 en 2023, lo que supone un aumento del 70%.
Según los datos del Consejo Regulador, se superó la barrera de las 200 bodegas en 2004 y la de las 300 en el año 2019. En los últimos cuatro ejercicios, a pesar de la pandemia de coronavirus que puso patas arriba el mundo, Ribera del Duero ha logrado esquivar la incertidumbre y también ha experimentado un ligero crecimiento: de las 301 firmas que operaban en 2019 se ha dado otro paso hasta alcanzar las 317 de este momento, es decir, un 5% más. Del total, 188 se ubican en la provincia de Burgos, 135 en la de Valladolid, 22 en Soria y apenas dos en tierras segovianas.
Solamente ha habido un año en toda la serie histórica en el que la cifra de bodegas se mantuvo igual. Sucedió en 2008, al quedarse en las 243 instalaciones que ya estaban adscritas a la DO en 2007. El resto han sido todo subidas. Así lo destaca Iker Ugarte, presidente de la Asociación Empresarial de Bodegas acogidas a la DO Ribera del Duero (Asebor), quien destaca que "es una de las denominaciones punteras de España y del mundo".
Ribera del Duero logra sumar más de 130 bodegas en 2 décadasA su juicio, la mayor parte del crecimiento se debe a que "muchos viticultores se han convertido en bodegueros. Si tienes un buen viñedo siempre está el gusanillo de ver qué podrías hacer tú mismo". De ahí que la mayoría de bodegas "sean pequeñas y medianas". A ello se suma la llegada de firmas de otras denominaciones, sobre todo, de Rioja. Y también la de inversores extranjeros. "Es una zona con dinamismo, que atrae inversión", subraya Ugarte, al tiempo que remarca que "se ha crecido mucho en estos 24 años", aunque "no tanto" en hectáreas, con 27.252.
"Más consolidada". En paralelo, se suceden multitud de inversiones por parte de bodegas que deciden ampliar sus instalaciones e, incluso, construir otras nuevas. En este momento, en torno a una docena de firmas acometen mejoras, con desembolsos que van desde los 400.000 euros hasta los 9,5 millones y que se reparten por diversos municipios. El último ejemplo es el de Viñedos y Bodegas Áster, en Anguix, donde están remodelando la zona del wine bar y la parte social, incluidas las salas de catas. Esperan que las obras concluyan en junio. A ello se suma otro proyecto de mejora de la eficiencia energética, enfocado en cambiar la iluminación por led tras haber instalado placas hace un tiempo.
"Lo interesante es que este tipo de inversiones se mantienen en el tiempo. Vemos que la DO crece y que cuenta con una proyección nacional e internacional cada día más consolidada", remata Ugarte.
Juan Esteban, gerente de Valderiz: "Cuesta muchos años sacar todo adelante"
Juan Esteban echa la vista hacia atrás y reconoce que sus inicios en el mundo del vino fueron un tanto "osados". Cuenta que su padre tenía la vida solucionada y que "se la complicó" por sus hijos. Les dijo algo así como 'si os atrevéis, lo intentamos'. Y allá que fueron. A punto de que Bodegas y Viñedos Valderiz cumpla 27 años el próximo septiembre, en la familia Esteban aplauden que aquella 'aventura' ha salido bien. Se embarcaron sin demasiada formación, "como la mayoría de los bodegueros en los años 90. Muchos eran químicos o farmacéuticos reciclados. No tiene nada que ver con lo de ahora", comenta Esteban, consciente de que "los jóvenes vienen pisando fuerte y con 25 años acumulan formación y experiencia internacional".
Pues bien, junto con sus hermanos, han ido aprendiendo a base de vinificación y también con la suma de empleados externos. Partieron de una base "fundamental": las 30 hectáreas que sus padres tenían plantadas en Roa de Duero desde el año 83. Luego han ido dando pasos. Esteban, gerente de Valderiz, admite que "hubo unos años duros" ya que "al principio todo lo absorbía la bodega". Vamos, que "cuesta décadas sacar todo adelante". Pero con toda la familia remando en la misma dirección, los éxitos no han tardado en llegar. "La bodega tiene rentabilidad y los viñedos su valor. Estamos contentos, cómo no. Quizá los que más lo estén sean nuestros padres, que no se imaginaban todo lo que hemos construido", añade Juan. En este camino, han ampliado varias veces las instalaciones y su cuota de mercado se reparte al 50% entre el mercado nacional e internacional. "La zona tiene movimiento y hemos creado nuestro medio de vida en el pueblo", concluye satisfecho.
Víctor Negro, impulsor de Negón: "Es una forma de vida decidida y disfrutada"
Víctor Negro González ejemplifica a la perfección el modelo seguido por las nuevas generaciones que han tomado el relevo en la DO Ribera del Duero: lo ha mamado desde pequeño en casa, cuenta con conocimiento académico sobre viticultura y enología, experiencia y un sinfín de viajes por todo el mundo. Esta, como defiende, "es una forma de vida decidida y disfrutada, es una forma de ser, vivir y sentirse". Lo dice en referencia a la filosofía que guía los pasos de Bodega Negón, en Fuentecén, enmarcado en lo que denomina Riaza Valley como un guiño a Napa Valley.
Cuando la creó en 2012, como un proyecto familiar, se preguntó cómo podía ser competitivo en un mercado "en el que hay tantos vinos, tantas bodegas y tantas marcas". Entonces decidió que su apuesta sería la siguiente: "Hacer poco, singular, diferente y de alta calidad". Y así continúa, centrado en elaborar vinos de alta gama, que se pueden disfrutar en multitud de restaurantes de la guía Michelin como Arzak o Cenador de Amós. "Estamos consiguiendo que se nos reconozca y compare con las grandes marcas", subraya, al tiempo que remarca que desarrollan un trabajo "de mínima intervención" y "muy respetuoso" con la tierra.
La de Negro ha sido una evolución continua. Se formó como técnico agrícola, agrónomo, enólogo y sumiller. Se marchó a Estados Unidos y regresó en 2008. En 2016 le llegó un reconocimiento considerable al recibir la medalla de oro de Decanter, que seleccionó uno de sus tintos entre los cinco mejores de España y el segundo mejor de Ribera. Para él, tan importante es la elaboración de los caldos como saber transmitir todo cuanto hace. De hecho, concibe el vino no sólo como un producto sino como un concepto de arte. "Es una filosofía armónica", zanja.