Los que le conocen dicen que la humildad y la sencillez son notas que caracterizan a este burgalés nacido hace 58 años en La Vid, localidad que se encuentra a 18 kilómetros al este de Aranda de Duero. El padre Alejandro Moral, que reside desde hace 12 años en Roma, donde la congregación tiene la casa general, ubicada a 10 metros de la plaza de San Pedro, es desde este mes la cabeza visible de los agustinos de todo el mundo. El nuevo prior general, que se considera una persona inquieta, «como buen agustino», manifiesta que «hay que estar en evolución, cambiándonos y renovándonos siempre, como hacía San Agustín». Cuando sus obligaciones se lo permiten le gusta practicar algún deporte; principalmente se decanta por el fútbol y el tenis.
¿Qué recuerdos guarda de su infancia en La Vid?
Principalmente el de los amigos de la escuela. Recuerdo cómo jugábamos todos y la relación de amistad y cariño que había. También rememoro con gran cariño al Monasterio de La Vid y siempre que voy me gusta pasear por sus pasillos y asomarme a sus aulas. Allí vi muchas cosas nuevas.
¿Suele visitar con frecuencia su patria chica?
La tengo gran cariño y siempre que puedo me acerco por ahí.
¿Ser prior general de los agustinos es una bendición o qué es?
Yo creo sinceramente que es un servicio que alguien tiene que hacer. He estado doce años con el anterior prior general en Roma. También conozco bastante bien la orden porque he viajado mucho y he estado en diversas comisiones. No sé si es bendición o qué es, pero lo importante es servir.
¿La soledad del mando asusta?
No. Yo soy una persona de amigos y los tengo en la vida religiosa. Con la gente que vivo llevo una relación buena. Me gusta compartir y si hay algún problema lo comparto con las personas.
La orden de los agustinos, fundada a mediados del siglo XIII por el papa Inocencio IV, se caracterizaba por su vida ermitaña y por su incansable lucha contra las herejías. ¿Queda algo de esas señas de identidad iniciales?
No. De hecho, ya no tenemos el título y al día de hoy tampoco tenemos ninguna relación en el modo práctico de vida ermitaña. Nosotros actualmente somos simplemente de la orden de San Agustín.
Por otra parte yo creo que más que luchar contra los herejes nosotros siempre nos hemos caracterizado, en tiempos difíciles, por ser dialogantes y por no ser radicales. En lugares como Filipinas o México, por ejemplo, la misión de los agustinos queda como un paradigma a imitar por la labor bien realizada. San Agustín nos pide que intentemos encontrar la verdad, que no es ni tuya ni mía, sino de todos; que abandonemos a veces nuestras ideas para encontrarnos con el que está al lado para poder dialogar y juntos encontrar algo, que seguramente es mejor que lo que yo solo puedo encontrar. La verdad es un bien que es de todos y que nadie posee totalmente.
¿Qué destacaría en la evolución del pensar y actuar de los agustinos desde su nacimiento en la Edad Media hasta la actualidad?
Lógicamente ha ido también evolucionando. La orden ha tenido grandes santos y considerables estudiosos y teólogos, que fueron personas muy muy abiertas. Ellos hablaban entonces de cosas que nosotros estamos defendiendo en nuestros días. Pero lógicamente la situación social y el modo de entender ha ido evolucionando, claro está.
¿La doctrina de San Agustín de Hipona tiene vigencia actualmente?
Sí, porque San Agustín es el paradigma del hombre que busca siempre hasta encontrar algo que le ayude a ser feliz, es el alma y el corazón inquieto. Hoy podría ser un ejemplo para las personas que quisiesen buscar de corazón algo realmente que les ayude a vivir.
Martín Lutero fue un monje agustino reformista reconocido a nivel mundial. ¿Qué subrayaría de sus enseñanzas?
Efectivamente estuvo en un monasterio nuestro, pero enseguida empezó con la reforma y después dejó nuestro convento. La verdad es que no lo conozco excesivamente bien y sería injusto juzgar de una manera u otra a Lutero. Yo estoy en Sagrada Escritura, si fuese historiador seguramente tendría más conocimientos de él. Conozco más a San Agustín porque es nuestro padre.
¿Qué opinión tiene sobre el celibato sacerdotal?
Ahí simplemente estoy con la Iglesia. Yo lógicamente lo que dice la Iglesia es lo que creo que debemos hacer.
¿Actualmente cuál es el papel que desempeñan los agustinos en la sociedad?
Principalmente nos dedicamos mucho a la educación. En las escuelas agustinianas tenemos más de 100.000 alumnos. Trabajamos para formar en la responsabilidad y en los valores. Hay varios valores que nosotros, en el ideario de nuestras escuelas, tratamos de implantar.
¿Ya tiene decidido quiénes van a ser los 6 consejeros y el secretario que le ayudarán a desarrollar el programa que marcará la línea de la Orden?
Todavía no lo tengo decidido; tengo algunas ternas. Actualmente estoy dialogando con los hermanos y espero en breve dar sus nombres.
¿A grandes rasgos, cuál va a ser su programa de gobierno?
Lo primero que quiero es que nos impliquemos todos y de una manera especial los superiores de las circunscripciones. Hay algunas cosas concretas, como es, lógicamente, seguir lo que la Iglesia está viviendo en estos momentos con las enseñanzas del papa Francisco. También se intentará fortalecer lo que es la vida en nuestras comunidades. Igualmente, se tratará el tema de las vocaciones y las relaciones con los laicos. Asimismo, se abordará el tema de justicia y paz. Son aspectos que el mundo de hoy demanda.
¿Tiene marcado algún objetivo concreto?
Todavía no. Quiero estar tranquilo y ver el programa que me señala el Capítulo. Una vez conocido marcaré unos objetivos concretos. El eslogan que quiero que nos guíe a nosotros como agustinos que somos es el del Evangelio: «Ser compasivos, como nuestro Padre es compasivo; compasivos hacía nosotros, entre nosotros y hacia fuera». Deseo que nos impliquemos en un mundo donde hoy la gente necesita un apoyo, una palabra de esperanza, ser escuchada; y algunos precisan también de comer, claro está.
Usted manifestó recientemente que «el Evangelio hoy tiene que significar justicia y paz». ¿Cómo se puede hacer realidad esta declaración de principios?
Creo que siempre el Evangelio ha caminado en esa dirección y sobre todo el papa Pablo VI insistió mucho en esto. Si no hay paz no puede haber desarrollo, ni puede haber justicia. Si no hay justicia, no puede haber paz y sin paz las personas quedan empobrecidas y hacemos un mundo desigual. Es necesario ser justo para vivir en paz y para que haya un desarrollo para todos. Hoy insistimos mucho en el mundo sobre el crecimiento. Hay que crecer, hay que crecer, pero quizás el paradigma mundial que tiene la sociedad habría que revisarlo mucho, porque en este crecimiento se empobrecen cada vez más los pobres y los ricos se enriquecen más; entonces creamos cada vez más desigualdad.
Una de las dedicaciones de los agustinos es buscar la verdad y compartirla. ¿Es difícil saber cuál es la verdad?
Bueno, por lo menos hay que buscarla. Nadie puede decir que la verdad es absoluta. Nosotros decimos que Cristo es la verdad y creemos en Él; pero en el Evangelio también dice Cristo que todos somos hermanos y formamos parte de esta familia en la que Dios es el Padre. Es difícil saber cuál es la verdad, porque un musulmán dirá que la verdad es lo que él cree. Por eso es necesario dialogar y caminar juntos, porque tenemos muchas cosas que nos hacen ser hermanos, que es lo principal. No se puede dejar de ser hermanos por nada del mundo. Las religiones no pueden separarnos, tienen que unirnos. Tenemos que respetarnos. Por eso es necesario el diálogo interreligioso. El Evangelio dice que también tenemos que querer al enemigo, con lo de superexigente que es esto. Estoy seguro que desde todos los puntos de vista hay puntos de encuentro.
¿Cómo valora el fanatismo?
Es un error. Uno que sea fanático está cerrado al diálogo. Hay que dialogar siempre.
¿Para un religioso es más fácil tener fe?
Yo soy religioso porque tengo fe. No obstante la fe hay que cultivarla y cuidarla, porque si no es muy difícil mantenerla.