¿Para qué sirven estas prórrogas?

Diego Izco (SPC)
-

El miedo a la derrota marcó el Atlético-Real Madrid (de nuevo resuelto en blanco) y la media hora final de un descomunal Liverpool-PSG. Los viejos códigos de Europa señalan el paso

El conjunto francés se impuso en un duro enfrentamiento. - Foto: Europa Press

Fue injusto que una eliminatoria de tanto calor, el derbi, se resolviera en la frialdad de la tanda de penaltis. Estos duelos merecen algo más épico. Como propuso algún iluminado, quizás un método válido sería obligar a los entrenadores, desde la prórroga, a ir quitando a un jugador cada cinco minutos hasta que un equipo lograse marcar. Pero conociendo a Simeone y Ancelotti, terminarían con el portero y los cuatro defensores. Fueron los estrategas de dos partidos feroces pero grises, en los que ni Atlético ni Real Madrid lucieron por encima de su rival. Dominios esporádicos, miedo a perder, tacticismo, mucha historia detrás y deudas pendientes. Tanto lastre suele afectar directamente al fútbol: los derbis europeos de 2025, después de 180 minutos, se recordarán por apenas un detalle mínimo, el doble toque de Julián en la tanda de penaltis. 

Goleador 

Raphinha creció en un barrio donde la vida de una persona vale lo que un kilo de comida, pasó la víspera del partido en el hospital junto a su hijo enfermo y, en el 2-0, se arrodilló para 'limpiar' la bota izquierda de Lamine Yamal. Es un tipo humilde pese a sus rastas y su mirada afilada, la que esculpe la calle. Y si leemos que camina hacia el Balón de Oro no nos sorprendemos: son ya 27 goles y 16 asistencias, y si al Barça se le ocurre ganar la Copa de Europa… ¿Habría mejor candidato? La competición que vio jugar a Ronaldo, a Neymar, a Rivaldo, Vinícius, Rodrygo, Firmino, Ronaldinho o Kaká jamás premió a un brasileño con más de 10 tantos en una sola edición. Raphael Dias Belloli ya suma 11. En el brillante plan de Hansi Flick, en el que el Barça juega y gana como un gran aspirante, él es el factor diferencial que nadie esperaba. 

Épica en Anfield

La intensidad de los 180 minutos que disputaron PSG y Liverpool invitó a pensar que el campeón saldría de ese duelo de octavos. Una 'final' que se jugó demasiado pronto. El plan de Arne Slot era mejorar el rock and roll de Klopp. Fue sometido en la ida pero ganó. Fue mejor en la vuelta, pero perdió. El plan de Luis Enrique era despojarse de individualidades para construir un equipo. No le tembló el pulso con las salidas de Neymar o Verratti, no lloró la salida de Messi ni la de Mbappé. Ha ido construyendo un bloque que corre, que domina, que asfixia o sabe pararlo todo… El enfrentamiento de Anfield, sellado en una tanda de penaltis que coronó a Donnarumma, premió el esfuerzo infructuoso de la ida. Este PSG 'luisenriquea': al fin todas las piezas se mueven al intenso y obsesivo ritmo del asturiano. 

Registros

Europa tiene unos códigos indescifrables que se perpetúan año tras año. El 'equipo revelación' se mide al 'gigante de turno' y presenta sus credenciales: lleva seis partidos consecutivos sin perder contra él, propone un fútbol que enamora, las casas de apuestas dudan… pero no la Copa de Europa. El Leverkusen domina el espacio corto pero el Bayern tiene las llaves de la vieja competición. El 0-5 global de la eliminatoria no refuerza especialmente la candidatura del 'ogro' de Munich -de fútbol mustio pero efectivo- pero sí la teoría de que hay reglas no escritas en la Liga de Campeones que los bienintencionados novatos desconocen. 

Inútil tiempo extra

Terminando por el principio: ¿para qué sirve una prórroga? Por lo visto en Madrid y en Liverpool no es «un tiempo extra en el que poder ganar un partido» sino «un tiempo extra en el que no perder un partido». Si durante 90 minutos pasan 10 o 20 cosas interesantes, en los 30 de añadido apenas suceden una o dos. El miedo a la derrota es muy superior a las ansias de victoria. Y hoy, donde la preparación física es muy superior a la de antaño, cuando se crearon las prórrogas, nadie arriesga. Le buscaron alternativas inútiles como el 'gol de oro' (alguien marca y se acaba) o el 'gol de plata' (alguien marca en la primera parte y, si el marcador no se mueve, ya no se juega la segunda). Pero visto lo visto, quizás convendría ahorrarse pantomimas y pasar directamente a las tandas de penaltis.