Memoria de una masacre

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo trae a Burgos una muestra sobre el primer atentado indiscriminado de ETA, en el que murieron 13 personas, entre ellas la burgalesa María Ángeles Rey. Otro burgalés, Pedro Chicote, salvó muchas vidas

Imagen de la cafetería Rolando tras la explosión.

«No les perdonaré nunca. Nunca. ¿Qué meditaron que pasaría? Porque esa bomba se sabía los estragos que iba a producir. ¿Les importaban tan poco esas vidas? Ha habido muchísimos atentados en todos estos años. Pero de aquel primero, quizás, sí que pienso que es del que menos se recuerda. No sé por qué. Quizás porque sucedió en una época política diferente. Pero sí que es de los atentados que ha quedado más olvidado, de los que menos se hace mención». Estas declaraciones pertenecen a la burgalesa María Jesús Arandilla, testigo y superviviente del primer atentado indiscrimado ETA (el de la Cafetería Rolando de la calle Correo de Madrid), del que se ha cumplido en septiembre medio siglo. La salvaje masacre tendría el trágico saldo de 70 heridos y 13 fallecidos; entre estos últimos figuraba María Ángeles Rey, amiga y compañera de Arandilla, quien ha prestado su testimonio para la exposición itinerante 'Rolando 2:15-2:45. 50 años de la primera masacre de ETA' que, organizada por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, recalará en Burgos, en la Fundación Cajacírculo, el 14 de enero.

La muestra está compuesta por una colección de fotografías y textos que recoge los testimonios y revisa el impacto histórico del aquel primer atentado múltiple(le seguirían, por desgracia, muchos otros durante décadas) de la banda terrorista la capital de España, que fue la ciudad en la que más víctimas mortales causó ETA. Ha sido concebida como un proyecto itinerante creado por el Memorial a partir de la exposición matriz en su espacio museístico de Vitoria, «adaptado para ser presentado a los alumnos universitarios y contribuir al conocimiento de esta parte de la historia democrática por las jóvenes generaciones». Estudiante de 20 años, María Ángeles Rey acababa de empezar a trabajar como administrativa en un taller de electricidad de Burgos, pero el 14 de septiembre de 1974 se hallaba en Madrid porque debía presentarse a un examen de recuperación. Se había citado con unas amigas, también burgalesas, para comer en el centro de la capital, junto a la Puerta del Sol: el lugar elegido fue el restaurante Tobogán, contiguo a Rolando, cafetería ubicada a escasos metros de la Dirección General de Seguridad que era frecuentada por policías nacionales. 

A la burgalesa dedica la exposición uno de los 23 paneles (con códigos QR que aportan más información), toda vez que intercala diferentes hitos del atentado con la historia personal de las 13 víctimas mortales. Uno de los paneles está también dedicado a los héroes, a las personas que arriesgaron su vida para ayudar a los afectados, y ahí se encuentran vecinos, empleados de los establecimientos afectados, bomberos, policías, sanitarios y taxistas. Su rápida y valiente actuación salvó multitud de vidas. Entre estos figura un burgalés, el policía nacional Pedro Chicote, que ese día salvó a mucha gente (como contó hace unos días a este periódico) y que, según ha confirmado Gaizka Fernández Soldevilla, uno de los comisarios de la muestra, estará presente el día de la inauguración.

La exposición se inaugurará el 14 de enero en la sala de muestras de Cajacírculo


Así se describe a este héroe en el montaje que podrán ver todos sus paisanos: «Natural de Palacios de la Sierra, pero afincado en Bilbao, había opositado a la Policía Armada para conseguir un empleo fijo. El 2 de septiembre de 1974 le dieron su primer destino: la comisaría de la calle Leganitos (Madrid). El viernes 13, después de comer, Pedro caminaba por la calle del Correo para acudir al trabajo cuando explotó la bomba. Laonda expansiva le hizo volar por los aires. Desde el suelo, escuchó los gritos de los heridos. A pesar del peligro, la caída de  cascotes y el humo, se metió en la cafetería Rolando en busca de supervivientes. Estuvo entrando y saliendo del establecimiento hasta rescatar, según la prensa, a 15 personas. Las dos últimas fueron una niña, que había quedado atrapada por los escombros, y una chica en muy mal estado. Tras depositarla en la calle, el agente se desmayó y fue trasladado al hospital. A Pedro se le concedió la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo. Trabajó como policía nacional en Bilbao hasta su jubilación en 2014».

Además de los citados paneles, habrá una televisión en la que se podrá ver y escuchar los testimonios de las víctimas entrevistadas: «Las víctimas no son simples estadísticas ni parte del decorado de la Historia. Son seres humanos con nombre, apellidos, familia, amigos, trabajo, aficiones, emociones y sueños a los que un día alguien decidió borrar. Debemos situarlos en el centro del relato y devolverles el protagonismo que se les ha negado durante décadas. Escucharlos es la mejor vacuna contra el fanatismo y garantía de no repetición. Bajo esta premisa se ha preparado un vídeo con el testimonio de algunos familiares, heridos y supervivientes de la masacre. Intervienen Blanca Condado y Alicia Gómez, viuda e hija de Francisco Gómez Vaquero, el cocinero de Rolando; Carmen Sabido Gracia, que tenía 19 años y trabajaba en el restaurante como friegaplatos; Aidé Llanos Domínguez, sobrina de uno de los camareros, Manuel Llanos Gancedo; la hija de Antonio Lobo Aguado, María Isabel Lobo Morcillo; y la de Félix Ayuso Pinel, María Jesús Ayuso del Pueyo; Baldomero Barral Pérez, hijo del joven matrimonio gallego al que ETA mató aquel día. Asimismo, forman parte del elenco los heridos Natividad Astudillo García, que se encontraba en Tobogán, Marceliano Gutiérrez Rodríguez, que estaba tomando algo en Rolando, y María Jesús Arandilla de Roa, una de las amigas de María Ángeles Rey Martínez».

María Ángeles Rey tenía 20 años cuando falleció por culpa de una explosión


En varias vitrinas  se expondrán objetos de las víctimas -cartas, medallas-, así como una maqueta de la cafetería Rolando y la reproducción de la bomba que para la muestra ha hecho un tedax de la Guardia Civil. Cuenta la exposición con un completísimo catálogo realizado para la ocasión, dando cumplida cuenta de cuanto rodeó la terrible matanza, contextualizando el momento y analizando pormenorizadamente cada detalle.

Matar y mentir. Como explican los comisarios de la muestra, que son Gaizka Fernández, responsable del Área de Archivo, Investigación y Documentación del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, y Ana Escauriaza Escudero, investigadora de la Universidad de Navarra, cuando llegó a Francia la noticia del atentado indiscriminado «se desató una fuerte discusión en la cúpula de ETA. Los representantes del frente militar, al que pertenecían los autores intelectuales y materiales de la masacre, defendían asumirla. En cambio, se oponían los delegados del resto de aparatos, que no habían sido consultados del plan. Llegaron a tachar al frente militar de 'Septiembre Negro vasco'. Los primeros comunicados de ETA fueron muy ambiguos, lo que facilitó que se extendiera el rumor de que la ultraderecha y la dictadura eran las auténticas responsables de la bomba. Fuerzas de extrema izquierda y nacionalistas, medios de comunicación e incluso intelectuales de prestigio lo divulgaron. Aprovechándose de aquella teoría de la conspiración, ETA envió un comunicado a la prensa en el que no solo negaba su responsabilidad, sino que acusaba al régimen franquista y a la ultraderecha de haber cometido el atentado. La matanza no fue la causa del cisma de ETA, que arrastraba una larga crisis interna, pero sí la gota que colmó el vaso. A finales de 1974 la organización se rompió en dos. El grueso de la militancia constituyó ETA político-militar, que se autodisolvió en 1982. Por otro lado, el frente militar se convirtió en ETA militar, cuya sangrienta trayectoria se ha prolongado hasta 2018. Fue entonces cuando finalmente la banda terrorista asumió la autoría del atentado de la cafetería Rolando».