Si la primera de las nueve carrozas con las que contaba la cabalgata en su estreno nocturno cruzó la plaza del Cid a las 11 y diez de la noche, estaba complicado acabar antes de los fuegos artificiales, como se pretendía. No solo no se logró, sino que el desfile de San Pedro vino a durar lo de siempre y, encima, el final junto al Campeador resultó un caos, con las peñas despidiéndose cada una por su lado, el público ocupando la vía o desalojando las aceras cuando llegaron los cohetes, y con la algarabía propia de la fiesta desentonando ante una cabalgata que buscaba vistosidad con la iluminación de las carrozas, pero cansó al respetable.
Se intentó, eso es cierto, pero pedir a medio centenar de peñas que agilicen y se olviden de saludar al cuñado, se centren en el desfile y no se vayan de parranda al otro extremo de la cabalgata o que eviten bailar y salirse del tiesto cuando no toca -imposible en fiestas- no era tarea fácil. Y al final hubo cierto desmadre. Y hastío.
Mientras el público esperaba en la plaza del Cid al principio de la noche, con cierto fresquito en el ambiente, había muchas cosas que recordaban a la cabalgata de Reyes. En positivo. Hasta que llegó la primera peña, Los Mangas, que entraron en la recta final a las 22:35 horas, 65 minutos después de comenzar en Derechos Humanos. Viéndolas desfilar una tras otra era obvio que no estábamos en enero, pero los propios participantes y el público estábamos todavía un tanto desorientados.
- Foto: ValdivielsoComo la cosa iba de estreno, se entendía al inicio que era algo propio de la novedad. Hasta que cada peña fue eligiendo despedirse y regresar por zonas no establecidas, los espectadores decidían cruzar la calle sin previo aviso y los integrantes de la cabalgata hacían de la fiesta su propia celebración, sacando alfombras rojas para las reinas los de San Juan del Monte (currada y bonita la escena, por otro lado), con cánticos y bailes animados por las charangas, y con demasiados cachis y cervezas en la mano (la nota que más desentonaba). Y así se fue sucediendo el desfile hasta que llegaron los fuegos y hubo cierta estampida, con huecos en las aceras hasta entonces abarrotadas. Porque la respuesta del público fue, al inicio, impresionante.
El problema es que para cuando el cielo se llenó de colores -y no del chaparrón anunciado- íbamos aún por la tercera carroza -por cierto, la de los Chamarileros que se hicieron con el primer premio- y ya era evidente que se estaba torciendo la dinámica. Tanto, que el público fue desapareciendo poco a poco de las aceras, cansados quizá de que abarcara dos días una vez traspasada la medianoche.
En cuanto a lo de la iluminación nocturna, las carrozas llevaban las suyas, pero poco más. No fueron demasiados los complementos o los elementos con luces que se vieron en la cabalgata. Algunas faldas, gafas y tubos de plástico, y no todas las peñas ni agrupaciones.
- Foto: ValdivielsoCon lo aquí expuesto no podemos decir que la cabalgata nocturna fuese un éxito, o no al menos su primera edición. Ymucho nos tememos que acortarla es imposible salvo que se cambie el formato -no solo el horario- o se deje a un lado la fiesta y se proceda a realizar el recorrido con cierta seriedad.Pero ¿es eso lo que se quiere?, ¿procede dejar a un lado la jarana si estamos en SanPedro? En darle una vuelta hubo unanimidad; falta hacer el giro en la buena dirección.
(Más información y fotografías, en la edición impresa de este sábado de Diario de Burgos)
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