Los vecinos de Villamayor de los Montes se han cansado de esperar ayudas para arreglar su iglesia y están dispuestos a coger el toro por los cuernos para acabar con el problema. Las goteras se han acentuado con el paso del tiempo, en las últimas semanas han tenido que escuchar la misa con el sonido del agua cayendo sobre los cubos e incluso se han visto obligados a cerrar el templo en alguna ocasión debido a inundaciones. Ahora se encuentran en la fase de reunir firmas y las entregarán tanto a la Junta como al arzobispado, quienes deben encargarse de su arreglo. Pero más allá de eso, amenazan con pedir que deje de ser un Bien de Interés Cultural con el objetivo de acogerse a otras subvenciones.
«Seguimos igual que hace seis años, cuando ya se habló del proyecto; cada vez hay más goteras, la gente ha puesto dinero durante este tiempo, por lo que hemos preparado un escrito que ya hemos firmado 500 personas», expone Raúl González, vecino de Villamayor. Lamenta que no se les deje tampoco actuar y que si cuando se planteó la obra se requerían 30.000 euros esa cuantía ya ha ascendido por la subida del precio de los materiales y por el avance de las zonas deterioradas. Con el texto que presentarán a lo largo de este mes solicitarán una respuesta de la administración regional para conocer realmente cuáles son sus planes de cara al futuro.
La iglesia de San Vicente, Santa Sabina y Santa Cristeta está declarada como BIC puesto que se encuentra adosada a una de las paredes del monasterio cisterciense de Santa María la Real que tiene dicha catalogación. La iglesia por sí sola no cuenta con dicho título, pero al estar englobada en ese conjunto impide que se pueda acceder a la convocatoria anual de ayudas de la Diputación de Burgos y el Arzobispado. «El proyecto lo pagó la parroquia y lo encargó el Ayuntamiento al ser entidad», expone González, que se queja de la paralización de este proyecto e insiste en que ahora el desembolso que deberán hacer todos resultará mayor.
El pasado año los vecinos ya alertaban de esta situación a través de las páginas de este periódico, pero el estado de la cubierta y el campanario ha empeorado. «Hay más goteras y en una pared ya se ve cómo se está separando la cubierta», asegura González. En este momento tienen cubos para evitar que el agua caiga a la zona de la parroquia. Algún día no han podido celebrar la misa o lo han tenido que hacer con el sonido de las gotas de fondo, por lo que en el pueblo empiezan a pensar que lo que se quiere es cerrar este templo.
El propio consejo parroquial ha recaudado fondos en los últimos años para impulsar su arreglo, a través de la venta de lotería, conciertos y otras iniciativas. Pero ahora se ha parado esa recolecta al comprobar que no hay interés por invertir en la iglesia. En mayo de 2019 se aprobó el proyecto por parte de la Junta de Castilla y León, pero aún no se ha intervenido. De hecho, como exponía hace más de un año el arquitecto Pedro del Barrio el proyecto cuenta con los informes favorables y únicamente falta conseguir el dinero suficiente para poder acometerlo de una vez.
En estos años se han realizado obras en el suelo, se ha arreglado la parroquia o el retablo. Pero desde el pueblo lamentan que ahora «esté cayendo el agua sobre todas esas cosas que se repararon y que se deteriore allí donde se invirtió». Saben que ahora empieza el curso político y creen que no puede continuar este deterioro, así que buscarán que se tome una solución cuanto antes sobre este bien.