Hace un año, el complejo del Parque Tecnológico era una extensión de terreno inhóspita en la que se acumulaban las hierbas, los plásticos y que contabilizaba más animales que humanos. Los innumerables contratiempos y retrasos que ha acumulado la ejecución de esta infraestructura durante los últimos tiempos convirtieron al recinto, llamado a ser el epicentro de la innovación empresarial burgalesa, en un auténtico cementerio.
365 días después la situación es francamente distinta. La contratación de los trabajos avala que la conclusión de la urbanización de la primera fase vaya viento en popa una vez superados todos los trámites. En estos momentos se desarrollan en varios enclaves distintos, lo que da fe del buen ritmo de los mismos. Donde más presencia de trabajadores hay es en la obra de los accesos desde la N-120 a la altura de San Medel. Al trasiego constante de camiones y coches que van hacia Burgos o Logroño se suma desde finales del año pasado las máquinas y operarios que dibujan la futura entrada y salida al complejo.
Ya se han levantado varias estructuras para permitir el flujo de vehículos, aunque su finalización dista aún mucho de ser una realidad. El proyecto contempla que quede perfectamente integrada en el tramo de la A-12 que pasará junto al Parque Tecnológico, el Ibeas-Burgos, pero que no tendrá enlace propio. Por otro lado, se ha avanzado de forma notable en la construcción del depósito de agua que abastecerá a las compañías que se instalen en el futuro. La tierra extraída, ya que va semienterrado a una profundidad de unos 3 metros, se empleará para conformar los desvíos de varios caminos agrícolas que se verán parcialmente afectados durante los 24 meses que está previsto se prolonguen las obras.
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