El arsenal de la esperanza

D. ORBAIZ / Aranda de Duero
-

Saray Pineda regenta desde hace cuatro meses su propia panadería de barrio en el centro. «Los inicios son duros,pero con constancia, paciencia y esperanza en los días de Sonorama seguro que terminamos de despegar»

Saray Pineda a las puertas de su panadería con algunas de las pistolas de agua que venderá en el festival. - Foto: D. Orbaiz

Los inicios nunca resultan fáciles y menos para un pequeño negocio de barrio. En unos tiempos en los que cada vez hay más locales vacíos en en el centro de la capital ribereña, parece toda una hazaña reabrir una tiendita de barrio detrás de la Iglesia de Santa María. «Los primeros días me recogían todo el pan, pero yo sabía que con esfuerzo, constancia y ganas iba a salir adelante», defiende con optimismo Saray Pineda, de 42 años, y con la esperanza de que este Sonorama Ribera le dé el impulso definitivo.

«Siempre me he dedicado a cuidar a gente mayor. Es lo que me gusta, el trato con la gente», cuenta Saray para adelantar por qué se lanzó a reabrir la vieja panadería del barrio, ahora llamada El rinconcito de Saray. «Cuando estuve cuidando al abuelo Isidoro, un hombre del barrio, siempre me decía que tenía que coger la panadería», relata Pineda. «Hace ya algún tiempo que Isidoro nos dejó y decidí hacerle caso, valoré la oportunidad y abrí hace cuatro meses», recalca. 

Poco a poco, Saray ha conseguido una clientela fija, como Mariasun, vecina del barrio de toda la vida y habitual de la panadería. Cada día compra el pan y algún producto de alimentación. Agradece mucho que la tienda vuelva a estar abierta: «Saray es una persona estupenda, la conozco ya de antes, de verla por las calles», confiesa la veterana vecina. «Antes de ella, cogieron la tienda unos señores que eran de la provincia y no duraron nada. La gente valora el buen trato que nos da Saray», indica. «El otro día vine con mis nietos pequeños y les quiso regalar unas bolsas de chucherías a cada uno... Yo insistí en pagarlas, pero...» Y Saray exclama: «Mariasun, a la buena gente como tú hay que cuidarla». 

De cara a estos días de Sonorama, Saray ha preparado un arsenal de munición para atender adecuadamente a la esperada abrumadora clientela. En los escasos metros que tiene el local se acumulan torres de cajas de cervezas. Colocados por las esquinas hay arcones congeladores con bolsas de hielos. Y tiene los dos pequeños almacenes con más neveras para enfriar bebidas. «Esos toneles de ahí los llenaré de agua y hielo para poder enfriar más rápido la cerveza», especifica. 

«Pero no sólo de bebida vive el sonorámico», bromea y asegura que va a hacer bocadillos para alimentar a los hambrientos festivaleros «He comprado también muchas bolsas de patatas y snacks salados, dulces y de todo un poco», aclara. «Estos días me resigno a trabajar mucho, a tener muy buena actitud, a dar lo mejor de mí y a intentar ofrecer el mejor servicio», promete Pineda. 

En el escaparate se apilan varias cajas con pistolas de agua. «He preparado un arsenal con pistolas de varios tipos. Espero vender todo», afirma. «Tendré que pedir al panadero al que le compro, que es de Sotillo, que me traiga más barras para poder vender el pan de diario más los bocadillos», planifica Pineda. «Y mientras su madre trabaja, mis chiquillos estarán de fiesta en el recinto», aclara mientras enseña los bonos de sus hijos. «En verdad, estos días ya me están ayudando a preparar bien la tienda para la avalancha que se avecina», comenta. 

«Yo soy muy tradicional. Mucho más de lo que puede parecer y me da mucha pena ver el centro con las tiendas tradicionales cerradas», enfatiza Pineda. «Por eso sé que con este negocio, granito a granito, saldré adelante», sentencia. «No es para hacerse millonario, pero los más pequeños también empezaron desde abajo y en la vida hay que intentar ser feliz y dar lo mejor», defiende. 

En estos cuatro meses de aventura empresarial, relata, ha pensado en abandonar, pero no lo ha hecho por los compradores. «Estoy abierta gracias a los clientes y si ellos son fieles como lo están siendo, no voy a dejarles de lado», concluye Pineda. «El buen trato, el cariño y la atención personalizada en un mundo cada vez más online se valoran y yo eso lo noto», agradece.

«Hay que resurgir de las cenizas y tengo muchas esperanzas invertidas en el festival, mucho dinero en provisiones y todas las ganas de trabajar. Estaré abierta hasta acabar existencias cada día, aunque sé que tengo que descansar», reflexiona. «Granito a granito, saldremos adelante», confía. 

«Si he conseguido aguantar los primeros meses, que son los más difíciles, el resto del camino lo terminaré», confirma Saray Pineda. Con 42 años y dos hijos, su pareja, que también tiene otros dos, le ayuda con el negocio, aunque tiene otro trabajo. «Lo hacemos por ellos, por nosotros y por la gente de la zona, que nos cuida», presume. «Venderemos muchas cervezas, muchos bocadillos y todo lo que haga falta ¿Descansar? De eso hablaremos a partir del lunes», concluye. 

ARCHIVADO EN: Sonorama, Alimentación