El desafío de aprender y enseñar a 6.812 metros

S.F.L. / Burgos
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El briviescano Vicente Martínez aspira a coronar el Ama Dablam y rodar un documental para mostrar la belleza y los peligros de la montaña. Quiere proyectarlo en centros de enseñanza

El montañero Vicente Martínez confía en que las duras condiciones no le impidan retratar la aventura. - Foto: ALBERTO RODRIGO.

De sus visitas y aventuras por Nepal Vicente Martínez se guardó en el corazón un lugar privilegiado para el imponente Ama Dablam, un risco de 6.812 metros de silueta perfecta, más «soberbia y majestuosa que el propio Everest», que el briviescano la describe como una de las montañas «más bonitas del mundo y con mayor poder de seducción».

El flechazo fue instantáneo el día en el que se vieron -de lejos- las caras por primera vez, y desde entonces su cabeza ha viajado hasta su cumbre en múltiples ocasiones. Antes de la pandemia hubo una primera intentona pero los dos amigos con los que pretendía compartir expedición abandonaron antes de tiempo, por lo que el desafío se quedó en aguas de borraja. La ilusión por intentarlo de nuevo era grande y esta vez no ha surgido nada que boicoteara el plan. Va solo desde España -otros dos compadres se han caído de la lista- y en tierras nepalíes le esperan un serpa y un porteador. ¡La aventura promete!

El collar de la madre y de la perla, así se conoce a la imponente montaña a la que alcanzaron cima por primera vez hace ya 63 años los neozelandeses Mike Gill y Wally Romanes, el norteamericano Barry Bishop y el inglés Mike Ward, se queda pequeña al lado de los gigantes que la rodean, y de entre todos los competidores posibles, tiene cerca al peor: el rey Everest, el trofeo de caza de los ochomilistas que viajan al Himalaya. Ha visitado su campo base a 5.634 metros en dos ocasiones, una con el Club de Montañeros de Pradoluengo, al que pertenece desde hace ya 25 años, y otra en 2023 con su mujer y su hijo. Fue en ese viaje en familia cuando el reto comenzó a perseguirle día y noche hasta que se decidió.

Una vez aterrice en Nepal comenzará la otra parte de la expedición y otro gran desafío, teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías no son lo suyo. Fotografiará y grabará su hazaña -siempre y cuando las condiciones meteorológicas se lo permitan- para editar y después presentar un documental en el que narrará su viaje con el único objetivo de dar a conocer un mundo muy desconocido entre la población. «La gente tiene mucho miedo a la montaña, y a pesar de que hay personas que me transmiten la 'envidia' que les dan este tipo de viajes, no los hacen. Salir de la zona de confort es complicado y con esto pretendo animar a que la gente lo haga porque se aprende y valoran más las cosas», manifiesta el montañero.

Con un vocabulario limitado en inglés, más allá del hello, goodbye o thank you poco más puede pronunciar. Sin embargo, no teme no llegar a entenderse con sus futuros camaradas asiáticos porque a tantos metros de altura con temperaturas de hasta veinte grados bajo cero las conversaciones se reducen a gestos. La preparación está siendo potente, muchas cumbres, rutas de 13 o 14 horas, jornadas intensas de escalada y demasiado tiempo en Picos de Europa y Pirineos. Preparar la mente ya es más complicado.

FORMACIÓN. La aclimatación a las condiciones que le esperan a finales del mes de octubre y noviembre -todavía no tiene el vuelo comprado- serán previsiblemente buenas, aunque a tantos miles de altura uno nunca sabe. Su formación como guía de montaña -primero estudió para ejercer como monitor de nivel en Palencia durante casi un año- le llevó a especializarse en escalada, montaña invernal, senderismo, barrancos y espeleología, pero lo que cuenta en estas aventuras son los conocimientos. Estos los ha ido adquiriendo con el paso del tiempo, y aunque lleva un cuarto de siglo sometido' a un alto nivel que le apasiona, la montaña requiere «concienciación y disciplina, y lamentablemente hay quien no lo cumple», comenta.

Su intención al regresar a casa, además de dar alguna charla sobre sus experiencias, es impartir por mediación de Beloaventura -la empresa de Belorado con la que colabora- cursos para aprender, por ejemplo, las mejores técnicas a emplear en la montaña. Por ahora, el burebano piensa durante sus viajes en camión -es transportista- en la cumbre más deseada de su vida. A más de 6.000 metros la vida se ve de otra manera. ¡A por todas!