Un buen servicio bibliotecario va más allá de ofrecer a los usuarios una colección amplia y de calidad. Pasa también por brindar unas instalaciones confortables y preparadas para su uso, algo que no está ocurriendo en algunas estancias municipales, con necesidades en equipamiento y personal.
«Llevamos años peleando para poder comprar unas estanterías para la biblioteca Miguel de Cervantes, que todavía está sin completar su dotación», afirma Rafael Ibáñez, responsable de estas instalaciones municipales, quien tiene la esperanza de que este año, cuando se pueda ejecutar la compra con cargo a la modificación presupuestaria, sí que se realice.
Un optimismo que ha perdido por completo con el montaje de aire acondicionado en la Gonzalo de Berceo, de la que él es titular, y que imposibilita su apertura durante las tardes de verano para actuar de 'refugio climático' a los vecinos de Gamonal.
Una deficiencia de materiales que notan igualmente en lo humano, con un problema «cada vez más acuciante» por la falta de dos plazas de auxiliar y una de ayudante sin cubrir, a la que se añade la eliminación del personal administrativo y la carencia de un conserje en la plantilla.
Además, desde la biblioteca María Teresa León aseguran que el espacio se ha quedado pequeño para un barrio que se encuentra en crecimiento y con una población joven y familiar. «Desde que pasó la pandemia, usuarios y trabajadores empezamos a valorar la importancia de tener un espacio público donde poder relacionarte socialmente, hacer comunidad y grupos resilientes que cooperen. La gente echa en falta un local más grande para la zona donde realizar talleres».