Corría el minuto 59 de partido, con 0-1 en el marcador, cuando llegó la reacción desde el banquillo del Burgos Club de Fútbol. Jon Pérez Bolo cambió de forma radical el planteamiento inicial e introdujo cuatro cambios, tres de ellos en la zona de ataque.
David González, Borja Sánchez y Edu Espiau entraron por Atienza, Fer Niño y Dani Ojeda. La transformación en el juego fue radical y pese a los dos errores defensivos, el Burgos salvó al menos un empate.
La baja de Curro Sánchez había condicionado el once y Bolo apostó por reforzar el centro del campo con Appin junto a Morante y Atienza. A nivel defensivo la medida surtió efecto, sobre todo por la capacidad recuperadora de Appin, pero en ataque el equipo se quedó vacío y de hecho no tiró ni una sola vez a puerta.
La unidad B cambió todo esto, con David González de Curro y un Borja Sánchez muy incisivo, además de la labor de Espiau.
Este cambio de planteamiento no es nuevo esta temporada. La formación de la plantilla actual ha sido diferente al de anteriores campañas y se ha priorizado la llegada de jugadores ofensivos. Es cierto que se mantienen los dos puntas (Fer Niño y Espiau), pero el cambio radica en el resto de posiciones, con la llegada de Borja Sánchez, Íñigo Córdoba o David González, alternativas para los habituales Ojeda, Álex o Curro Sánchez. Y así ha sido desde que comenzó la temporada. Y los resultados no se han hecho esperar. De hecho, el Burgos ha ganado ha ganado o remontado resultados en la segunda parte en seis de los siete partidos disputados, con una participación notable de los futbolistas que han salido desde el banquillo.
En el más reciente, el del domingo, marcaron Lisandro López y Borja Sánchez, que saltaron al campo en el minuto 59. Una semana antes, en Coruña, marcaron Álex Sancris y Curro pero también desde el banquillo, en el minuto 61, entraron atacantes de refresco como Borja, Morante o Fer Niño.
Contra el Zaragoza, en un partido muy igualado que se resolvió con el gol de Álex en el tramo final, Bolo también pudo refrescar su ataque con las entradas de Borja, Ojeda y Fer Niño a falta de media hora. Y algo parecido pasó en Huesca. Marcó Íñigo Córdoba en el 77 pero también Bolo recurrió al banquillo para dar aire a sus puestos de ataque. En la jornada tres, contra el Castellón, esta medida no surtió efecto y el equipo perdió por 0-2, pero sí funcionó con Córdoba, cuando el equipo perdía y Bolo introdujo tres cambios a la vez en el minuto 59. El equipo remontó un 0-1 aunque al final se dejó empatar en el descuento en un error defensivo (2-2 al final).