La rueda, la imprenta, la máquina de vapor, la electricidad... Los mayores descubrimientos han servido para que las sociedades avancen siglo tras siglo. El culmen del listado de grandes inventos llegó de la mano de internet, que a su vez ha ido evolucionando hasta convertirse en una red tremendamente rápida. Aunque no en todos los lugares ha logrado alcanzar esa velocidad. En la comarca de Miranda existen centenares de vecinos, distribuidos por el poblado de Los Ángeles o por las localidades de Valluércanes, Villanueva de Oca, Encío, Guinicio, Montañana y Bozoó, que todavía no se han podido conectar al siglo XXI de la mano de la fibra óptica.
Y esta realidad supone un gran problema para quienes la sufren. Así lo confirma Alfredo Alonso, cofundador de Caballerizas Alcor y de la casa rural La Caprichosa. Según relata, «en la tecnología, lo que hoy es actual, mañana es obsoleto», como demuestra la lenta conexión a internet que soporta en sus negocios asentados en Bozoó. Desde su punto de vista, «no tener la fibra óptica es seguir en la España vaciada, incomunicada y sin atractivos». A modo de ejemplo comenta que en esta localidad de la comarca «hay jóvenes, turismo, buenas perspectivas, incentivos para las empresas, pero si no estás en las tecnologías y en la rapidez, estás fuera».
Alonso recuerda que solo en Bozoó existen hasta tres alojamientos rurales, donde «la gente viene a pasar el fin de semana y quiere tener ese servicio, es un valor añadido» porque «hoy, que existe el teletrabajo, hay quien aprovecha para venir a la naturaleza, pero necesitan la urgencia de la fibra óptica». En este sentido, recalca que toda la zona de este bello pueblecito se «está poniendo en valor» y cuenta con una «gran potencialidad», aunque resalta que debe «incentivarse» el entorno rural para «no solo atraer turismo, sino que se asiente la gente».
Este mirandés que ha apostado por Bozoó considera que «es un pueblo que podría atraer a artesanos, no medievales, sino actuales, que tengan su tienda virtual». Sin embargo, esa opción se alza como una verdadera quimera si cuando alguien enciende el ordenador ha de esperar horas o incluso desistir para conectarse a la red. Además, la situación no solo afecta a los emprendedores o a los potenciales residentes, sino que los oficios tradicionales también se ven dañados por la carencia de un acceso al internet del verdadero siglo XXI.
Estíbaliz Angulo da buena cuenta de ello. Esta ganadera asentada también en Bozoó apunta que en el sector agrario «hay mucho trabajo relacionado con el papeleo y en la actualidad se hacen todas las gestiones por internet». Sin ir más lejos, ella necesita una conexión óptima para algo tan imprescindible como «dar de alta a los terneros», si es que no se quiere «desplazar hasta Miranda o Burgos». Incluso encuentra problemas para «pagar cosas por el banco, que hoy en día también se puede hacer con el ordenador, pero una vez que te pones a ello debes dejarlo porque va muy lento o directamente no funciona».
La familia de Angulo no solo se ve perjudicada desde un punto de vista profesional por la carencia de la fibra óptica, sino que el problema también llega a los más pequeños de la casa. Según cuenta, sus hijos, de 12 y 14 años, «reciben la mayoría de las tareas del colegio a través de internet, se las mandan por correo electrónico, y muchas veces van a hacerla pero no se pueden conectar». De hecho, describe que en multitud de ocasiones «cuando más urge, no hay conexión». No se trata de una cosa menor, dado que a sus niños les obliga a «esperar durante mucho tiempo y eso para alguien que está estudiando y se ha centrado a la hora de hacer la tarea es incómodo, porque para cuando consigue tener internet ya se ha podido desconcentrar e igual no la hace».