Ratas y basura acompañan a los últimos de El Encuentro

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El enlentecimiento del proceso de desaparición del poblado ha sumido a sus habitantes en la desesperanza y preocupa a Promoción Gitana, que afirma que el deterioro crece imparable

Ratas y basura acompañan a los últimos de El Encuentro - Foto: Patricia

Nunca ha estado el poblado gitano de El Encuentro tan deteriorado como ahora. Cualquier ojo objetivo que conozca el último foco chabolista que queda en Castilla y León se impresiona al ver que la basura y los escombros que normalmente han sido seña de identidad de este espacio han crecido exponencialmente. El vecindario asegura que buena parte de los trastos que se acumulan a la vereda del barrio procedente de fuera, «de gente que se cree que esto es una escombrera», denuncia Angelita Hernández, de 60 años, que no se cree ya ninguna de las promesas políticas y técnicas que hablan de un realojo inmediato. «Parece mentira que en una ciudad tan bonita como Burgos con su Catedral y sus paseos estemos así. A nosotros no nos enseñan, no; a nosotros nos esconden».

Todos los equipos que han gobernado el Ayuntamiento en los últimos años se han propuesto terminar con un espacio nada homologable en un país de la Unión Europea en 2023 y parecía que esta vez iba a ser la buena. La firma de un convenio entre la Junta de Castilla y León y el anterior Consistorio permitió dar un acelerón al realojo de las familias en viviendas normalizadas dentro de la ciudad, un proceso que no es sencillo y en el que se combina el trabajo social con la adquisición y reparación de pisos. Eran 36 grupos familiares los que residían allí cuando se inició este proceso, en 2021, y aún quedan 16. A tres de ellos se les adjudicó en mayo en otras tantas viviendas que están disponibles pero no se acaba de facilitar su traslado. «'Vete comprando sábanas para las camas de la casa nueva' me dicen, pero aquí sigo, pregunto que está pasando pero no me dicen nada», se lamenta Libertad Hernández mientras uno de sus niños juega peligrosamente cerca de los restos de una de las casas derribadas tras realojar a sus habitantes.

La dinámica del Ayuntamiento está siendo la de tirar aquellas casas prefabricadas y chabolas cuyos ocupantes ya están en la ciudad, pero tras esta tarea no se procede a la limpieza de sus escombros. Al menos no de las últimas, según pudo comprobar este periódico el día del Pilar. «Esto es horrible, estamos llenos de ratas grandes como gatos, las cucarachas se meten por todas partes, tenemos que tapar con tablas los desagües porque se están hundiendo y es un peligro para las criaturas. Se han olvidado completamente de nosotros», cuenta Yulisa, de 24 años, que reconocer estar «muy enfadada».

Ella nació en este barrio, no ha conocido otra cosa. Las más mayores como Josefa Jiménez, que pasa de los 70, vivió en Las Tejeras, un espacio donde ahora está Carrefour de un chabolismo aún más salvaje que el de El Encuentro, por lo que cuando en 1992 les trasladaron a aquellas casas prefabricadas pensaron que estaban «en el paraíso». Ahora, ese cielo en la tierra está cubierto de basura, ratas y bichos a pesar de que, entre toda la gente que aún permanece allí, hay ocho menores (uno de ellos enfermo) y tres ancianas.

«No solo es que vivimos en unas casas en las que por más que limpiemos siempre están llenas de polvo, que lo mismo pasa con la ropa, y que nuestros niños siempre están en riesgo de hacerse daño y que los olores que a veces llegan del polígono son insoportables sino que estamos aislados del mundo. Los más pequeños no conocen otra cosa, no pueden jugar con otros niños», añade Libertad, que reconoce que el anuncio de la alcaldesa, Cristina Ayala, de que el fin del barrio será en 2025 ha caído como un jarro de agua fría.

(Información completa en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos)