El movimiento asociativo que engloba a las personas sordas y a sus familias siempre ha mantenido que la suya es una «discapacidad invisible» porque pasa desapercibida debido a que no hay nada externo en una persona que indique su falta de oído. Esa invisibilidad se ha trasladado históricamente a la falta de recursos con los que ha contado para poder desenvolverse en una sociedad a la que los discursos políticos denominan 'inclusiva'. Las familias que forman parte de Arans-Bur, la asociación provincial más potente en la defensa de los derechos del colectivo, saben que esa inclusividad no acaba de pasar de los papeles a la realidad y explican que los pocos recursos que tienen sus hijas e hijos para que en la escuela pública tengan las mismas oportunidades que otros niños se consiguen «a base de insistir e insistir y escribir cartas a todos los estamentos educativos», como explica Fernando Fraile, cuyo hijo va al colegio Antonio Machado, centro preferente de Educación Infantil y Primaria para sordos, y que pone por delante que no tiene ninguna queja sobre el trato que el niño recibe por parte del profesorado y la dirección, «que se portan estupendamente» sino con quienes toman las decisiones de carácter político y económico, que hacen que los recursos materiales y de personal sean «raquíticos».
Así, en ese centro hay dos intérpretes de lengua de signos (personal que no está incorporado en la relación de puestos de trabajo de la Consejería de Educación) para cinco niños, cuando lo que sería deseable es que hubiera un profesional por alumno ya que, como explica Charo de Miguel, profesora de refuerzo en Arans-Bur, no solo están aprendiendo las distintas materias sino que también están conformando su forma de comunicarse, y no tener permanentemente el intérprete a su lado hace que se produzcan muchas lagunas en su educación. Fernando Fraile recuerda que en el curso 2022/23 se le retiró a su hijo el intérprete, por lo que tuvo que insistir a base de escritos a la Administración para que se le dedicasen las horas que necesita. «El niño se encontraba muchas horas sin comprender lo que dicen sus profesores y sin alcanzar los contenidos curriculares en igualdad de condiciones que sus compañeros oyentes».
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