A 13.000 kilómetros de España, a mil del lugar poblado más próximo y a escasos cien kilómetros del continente antártico se encuentra la isla Decepción y en ella la Base Antártica Española del Ejército de Tierra ‘Gabriel de Castilla’. Cada verano austral, un equipo militar viaja a este lugar para mantener la presencia física de España en la Antártida y, sobre todo, para dar soporte y apoyo a las investigaciones científicas que realizan diversos organismos. Entre los próximos 20 de diciembre y 29 de marzo de 2019, coincidiendo con el verano austral, la base volverá a tener vida y su máximo responsable durante este periodo será el comandante medinés Juan José Pereda, que el domingo, a las cinco, ofrecerá una charla en el salón de Caja de Burgos sobre la campaña antártica que ha organizado el Ayuntamiento medinés.
Pereda, que ya tuvo la oportunidad de viajar a la isla Decepción durante una semana en febrero para conocer la base, asegura que «es una experiencia diaria, momento a momento». «Desgraciadamente, solo nos dejan dirigir la base una vez», lamenta este militar con experiencia en mando de unidades de montaña y de operaciones especiales, una de las premisas imprescindibles para poder optar al puesto. Bajo su responsabilidad estarán doce militares y un equipo de científicos cuyo número oscilará a lo largo de la misión, dado que el personal civil no pasa tanto tiempo allí de forma continuada. Vulcanólogos y geólogos viajarán en el equipo, ya que la isla Decepción es un gran volcán, que tuvo su última erupción en 1970, y es preciso seguir sus movimientos. Tampoco faltarán los pingüinólogos que estudiarán la inmensa colonia de este rincón de la Tierra. Nada menos que 40.000 parejas, sobre todo de pingüino barbijo, se concentran en esta pequeña isla de solo 15 kilómetros de diámetro. Si ya de por si es pequeña, el espacio se reduce aún más debido a que la boca del volcán ocupa prácticamente todo el centro de la isla y está cubierta de agua. Son muchas las investigaciones ligadas a la fauna y en esta ocasión también se estudiarán los lobos marinos. Para desarrollar estas tareas, los científicos contarán con el apoyo de los militares que les ayudarán a retener a los animales para analizarlos, ponerles localizadores o tomar muestras de sangre o de otro tipo. Entre el personal militar no faltará expertos en motores, medio ambiente o navegación, entre otras áreas.
Pereda dejará durante más de tres meses las tareas administrativas, que ahora desempeña en la División de Operaciones del Estado Mayor en el Cuartel General del Ejército de Tierra de Madrid, donde se encarga de las operaciones en el exterior. Para acompañarle se presentaron 200 voluntarios, entre los que se han seleccionado doce profesionales que van a vivir una experiencia única. Las temperaturas máximas que soportarán serán de 3 o 4 grados y las mínimas de 24 grados bajo cero.
Bromeando sobre el frío burgalés, el comandante Pereda dice que «quién mejor que un medinés o un burgalés para estas latitudes». En su juventud en Medina de Pomar, la montaña siempre fue una de sus pasiones y lo siguió siendo en su destino en Jaca (Huesca). Después pasó por las unidades acorazadas de Madrid, por las unidades ligeras de Bilbao para regresar a su actual destino en Madrid. Durante estas navidades no comerá las uvas con sus gemelas de solo 7 años, pero dice que las familias están acostumbradas, «porque nuestras misiones suelen ser de seis meses».
apadrina un pingüino. La base ‘Gabriel de Castilla’, cuyo nombre hace honor al navegante palentino que divisó la Antártida por primera vez a comienzos del siglo XVII, se levantó, entonces como refugio, entre finales de 1988 y principios de 1989 para apoyar los trabajos de investigación y levantamientos topográficos que allí se estaban realizando en ese momento. El Ejército también quiere divulgar el respeto al medio ambiente y hace ya años que ideó la campaña ‘Apadrina a un pingüino’. Se podrá hacer de forma gratuita entre el 8 de enero y el 15 de marzo a través de un enlace que aparece en la web del Ejército de Tierra. Como el pasado año, quienes lo deseen también podrán colaborar con la Asociación Española contra el Cáncer. El reto es llegar a 5.000 pingüinos que se sumarán a los 250.000 ya apadrinados.