El Papa Francisco ya se encuentra en su residencia de la Casa Santa Marta tras pasar casi 40 días ingresado en el Hospital Gemelli de Roma por una serie de problemas respiratorios que han mantenido en vilo al mundo entero. Sin embargo, el Sumo Pontífice deberá guardar una larga convalecencia durante los próximos dos meses que, con casi toda probabilidad, le impedirá impartir los ritos de la Semana Santa. Y en el Vaticano ya se piensa en un plan B.
Pese a su visible mejoría, la mayor festividad cristiana tiene celebraciones particularmente largas y exigen una resistencia física que el Santo Padre difícilmente podría resistir. En 2023, Francisco presidió todas las ceremonias un día después de salir del hospital por una bronquitis, pero, en esta ocasión, no podrá ser así.
Pese a que la oficina de prensa de la Santa Sede ha precisado que por el momento no hay nada decidido al respecto y que las especulaciones que han salido estas últimas semanas sobre cómo se desarrollarán los ritos «son sólo hipótesis», el Vaticano ya estaría estudiando un plan B -según apuntan diversos medios- para oficiar los ritos sin el jesuita argentino, visto que es el período más intenso de las celebraciones de la Iglesia católica.
Los actos comenzarán el próximo 13 de abril con la misa del Domingo de Ramos, mientras que el 17, Jueves Santo, hay dos homilías, una por la mañana y otra por la tarde y el lavado de los pies, un acto en el que Bergoglio solía acudir a una cárcel de la capital italiana.
El Viernes Santo habrá otras dos celebraciones, entre ellas el Vía Crucis en el Coliseo por la noche, mientras que el Sábado Santo se celebra la vigilia, una ceremonia que dura más de tres horas.
También está la eucaristía de Pascua del Domingo de Resurrección, que culmina con la bendición Urbi et Orbi desde la Logia de las Bendiciones de San Pedro.
Según el plan alternativo dado a conocer en algunos medios, se han identificado algunos cardenales para celebrar los ritos en nombre de Francisco, un poco como se hizo en 2005, en el último período de la vida de Juan Pablo II, cuando ya muy enfermo por el párkinson, la tarea fue confiada a sus colaboradores más cercanos. Karol Wojtyla apareció únicamente el Domingo de Resurrección desde la ventana de su estudio, pero sin hablar.
El esquema de delegar en los purpurados ya se está usando en las misas previstas para el Jubileo, así como en el festejo del Miércoles del Ceniza, cuando celebró el penitenciario apostólico, Angelo De Donatis.
En la Semana Santa del año que murió Wojtyla, cada cardenal delegado leyó un saludo de Juan Pablo II y pronunció su propia homilía, mientras que el entonces secretario de Estado, Angelo Sodano, el Domingo de Resurrección celebró misa en la plaza.
En esta ocasión, con el Papa dado de alta y recuperándose de sus problemas de salud en el Vaticano, la Santa Sede estudia una manera de que pudiera estar presente en algunos momentos importantes pero sin participar en las largas ceremonias, como por ejemplo, a través de videomensajes o conexiones en directo desde la capilla de su residencia.
Según algunas especulaciones, Francisco encargará la tarea de celebrar en su nombre al secretario de Estado, Pietro Parolin; o el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re. Parolin sería también el encargado de leer en su nombre el mensaje Urbi et Orbi, en el que aparecen referencias a las crisis y guerras que atraviesa el mundo, aunque no lo haría desde el balcón porque ese es un lugar solo reservado a los papas.