No es fácil reconocer que se tiene un problema emocional o de salud mental y dar el paso para buscar ayuda, y no es infrecuente que quien lo sufre retrase al máximo posible una petición de apoyo profesional, algo que se haría de forma inmediata en caso de padecer una dificultad o dolor físico. Muchos años de tabú en la sociedad con respecto a las consultas de Psicología han dejado una huella de la que las nuevas generaciones se van aligerando y las cifras indican que cada vez más se toma la decisión de hacer terapia para resolver conflictos que pueden hacer la vida muy complicada. El pasado mes de mayo el CIS y el Ministerio de Sanidad publicaron el Barómetro Sanitario que indicaba que el 17,8% de la población española había ido a una consulta relacionada con la salud mental en el último mes. Es un dato de carácter nacional que es perfectamente extrapolable a la realidad de esta provincia, tal y como lo explican distintos profesionales, por lo que la cifra de burgaleses que en la actualidad sigue una terapia supera los 63.000.
El psicólogo clínico Javier Díaz afirma que es un número ajustado que, incluso, podría ser mayor, y en ello coincide su colega, Daniel Ortega: «Estoy convencido de que el número de personas con problemas de salud mental que no acuden a los profesionales es considerablemente mayor debido a razones diversas como la desconfianza, la vergüenza, el miedo al rechazo, creencias erróneas o las propias dificultades de acceso a los servicios de salud mental públicos y privados». Para Xosé Ramón García Soto, coordinador de Psicología Clínica del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), a esta cifra» se deben añadir las preocupaciones y malestares que motivan consultas pero no llegan a recibir diagnóstico: «El porcentaje final de consultas puede llegar al 20% de la población, quizá lo que ha cambiado es el número de personas que declaran en las encuestas tener problemas de salud mental».
Tanto Díaz como Ortega y la también psicóloga clínica Beatriz Artola, reconocen que en las consultas privadas está repercutiendo en una mayor afluencia de pacientes la alta lista de espera de la sanidad pública. Para el primero, «funcionan mejor debido al mal funcionamiento de las públicas» y lamenta que eso dificulte el acceso a las personas que no pueden permitírselo. Ortega opina que ambos servicios son necesarios «y se han de reforzar mutuamente para garantizar una mayor eficacia y profesionalidad en los tratamientos, pero el déficit de lo público es tan notorio que requiere de urgentes actuaciones de mejora» y Artola pone el foco en las demoras: «Alguien con un problema psicológico no quiere o no puede esperar uno, dos o tres meses hasta que le den la primera sesión en la pública y luego volver a tener otra al mes o mes y medio. Además, en ocasiones, son consultas de media hora y esto tampoco suele ser suficiente».
«RED LIMITADA». Juan Antonio García Mellado, jefe del servicio de Psiquiatría del HUBU, donde están ubicadas las consultas de Psicología, es consciente de esta situación y afirma que desde su llegada, a finales de 2021, uno de sus objetivos es aligerar las largas esperas de la atención psicológica: «Es cierto que la red de Psicología está limitada, entre otras circunstancias por una situación histórica de falta de profesionales y bien sabemos que una buena psicoterapia necesita de atención sucesiva semanal y quincenal y lo público, de momento, no lo permite». Asegura que se está haciendo todo lo posible para agilizarlo y que la experiencia piloto que se llevó a cabo en el centro de salud José Luis Santamaría indica que se puede incorporar la atención psicológica a Primaria con resultados esperanzadores: «La respuesta clínica de los pacientes fue muy buena».
¿Cuándo hay que acudir a una consulta psicológica? ¿Existen señales que puedan indicar que una persona necesita ser atendida? La respuesta corta de Beatriz Artola es «cuanto antes, cuando te des cuenta de que no puedes sola o que te están pasando cosas que no son habituales»: «Algunas señales generales podrían ser los pensamientos obsesivos con algún tema, sentir algún tipo de malestar emocional la mayor parte del día o sentimientos intensos de baja autoestima o de incapacidad».
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