Aunque España llega tarde a la guerra que Europa declaró al plástico (lleva años de retraso en el cumplimiento de la directiva del viejo continente), parece que ya solo quedan unos meses para que entre en vigor una nueva Ley de Residuos que entre sus objetivos prioritarios tiene perseguir el uso indiscriminado de uno de los productos que más está contaminando el planeta.
Son muchas las acciones encaminadas a reducir este tipo de residuos y entre ellas se encuentra el hecho de que a partir del 1 de enero del próximo año estará prohibida la venta de pajitas y de cubiertos y platos de plástico de un solo uso. También de los bastoncillos de algodón fabricados con este material. El motivo, que estos son algunos de los productos cotidianos cuyo uso indiscriminado más daño hacen al medio ambiente.
La batalla también se extiende a los vasos de plástico de un solo uso, tan habituales en las fiestas populares o en las celebraciones familiares o de amigos. En este caso, los objetivos no son tan ambiciosos ya que, en lugar de prohibirlos, se aspira a reducir un 50% el volumen de este residuo para 2026 y bajarlo en un 70% al llegar al año 2030.
Al igual que sucede ya con las bolsas en el comercio, se prohibirá la distribución gratuita de vasos de plástico y los negocios que trabajen con ellos deberán de cobrar al cliente.
Hace ya algunos años que la sociedad ha comenzado a concienciarse sobre el abuso de este tipo de recipientes y cada vez se ha hecho más habitual ver en salas de conciertos, festivales o celebraciones populares vasos reciclados y de varios usos (lavables) que se dispensan con la bebida y por los que, generalmente, se cobra un euro de fianza (dinero que se reintegra al cliente al devolverlo en la barra).
Más allá de estas prohibiciones que contempla la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, la futura norma también contempla la creación de un impuesto sobre la fabricación, importación y adquisición de plásticos no reutilizables. Se asegura que no tiene un afán recaudatorio sino que persigue reducir la presencia de este tipo de productos.
Con el objetivo también de reducir los envases de plástico y a imitación de lo que sucede en otros países de la Unión Europea, «en los establecimientos del sector de la hostelería y restauración se tendrá que ofrecer siempre a los consumidores, clientes o usuarios de sus servicios, la posibilidad de consumo de agua no envasada de manera gratuita y complementaria a la oferta del mismo establecimiento».
La guerra al plástico por parte del Gobierno ya está declarada.