Casualidades o no, el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible lanzó ayer un mensaje contundente -y no es la primera vez- sobre por dónde van sus planes para el desarrollo ferroviario del norte peninsular. Mientras el Tren Directo sigue a la espera de un estudio de viabilidad que valore la reapertura del túnel de Somosierra (13 años después de su derrumbe) y un proyecto de transformación de esta línea en el Corredor Central, Adif anuncia un desembolso de 117 millones de euros para renovar el vecino túnel de Guadarrama y para transformar la línea Madrid-Soria-Zaragoza en una autopista ferroviaria.

El mensaje entre inversiones del ministerio de Óscar Puente queda claro: el transporte convencional y de alta velocidad de viajeros seguirá transcurriendo vía Valladolid y la principal ruta del nuevo tráfico ferroviario de mercancías desde Algeciras hasta Francia sorteará la línea recta torciendo por Soria en dirección a Zaragoza para luego girar al País Vasco y el paso de Francia.

Básicamente, Burgos y sus planes de desarrollo quedan en mitad de un paréntesis ferroviario, al oeste y al este. Por el norte, la capital (Villafría) no ha sido considerada como nodo básico del Corredor Atlántico, con la consiguiente pérdida de peso estratégico y de inversiones europeas, y, por el sur, el Tren Directo va perdiendo interés en la medida que se potencian sus alternativas.

El túnel de Guadarrama (el de Tablada) es un poco más corto que el de Somosierra (el de Robregordo), 2.380 metros frente a los 3.895 del obturado por la bateadora. Pertenece a la red ferroviaria convencional desde 1888 y fue el precedente de los túneles construidos a través de esta Sierra para la conexión con el norte peninsular por carretera y por AVE.

(Más información, en la edición impresa de este jueves de Diario de Burgos)