No todo el patrimonio que acaba en la Lista Roja de Hispania Nostra es víctima del olvido.En ocasiones se acordaron a tiempo pero aún así no actuaron, por lo que al pecado del abandono se une el de la incapacidad. En la ermita de Nuestra Señora de Domo David confluyen ambos, para desesperación del alcalde pedáneo de Rebolledillo de la Orden, Juan Ramón Cuevas, quien aún cree que se podría salvar lo poco que queda de este templo si mediase voluntad, y dinero.
Hace años ya que solicitaron a Adeco Camino una subvención para evitar la destrucción total de este edificio del románico tardío.Se la concedieron, redactaron el proyecto técnico y se acabó el dinero. Después llegó la crisis, la Diócesis inmatriculó el bien a su nombre y se complicó la posibilidad de optar a una subvención, debido a las limitadas posibilidades económicas de esta pedanía. Aunque no lo recuerda, estima que la reparación se presupuestó en unos 40.000 euros. «Ya teníamos hasta albañil», se lamenta el alcalde.
Cuevas hace tiempo que no entra porque le duele ver cómo ha sido expoliada -«se han ido llevando el altar trocito a trocito»- y por el peligro que entrañan los elementos de la cubierta que aún no se han caído. Ignora quién puede haberse dirigido a la Asociación Hispania Nostra para pedir la inclusión en la lista del patrimonio amenazado de una ermita que encierra una misteriosa historia en su nombre. A este rincón de la comarca Odra-Pisuerga, muy cercano a Palencia, se acercan cada vez más visitantes en busca de sus bellos ejemplos románicos y de las cascadas que brotan en mitad de la naturaleza.
Domo David significa casa de David. Un nombre con reminiscencias judías que se supone que era el de la aldea a la que estaba adscrito este templo, que debió ser muy pequeña y desaparecer a mediados del siglo XIV. Según figura en la ficha de Hispania Nostra, fue posiblemente edificado «en los comienzos del siglo XIII, aunque sometido a profundas reformas en el siglo XVII que eliminarían su portada original, el conjunto del alero y seguramente los abovedamientos de la cabecera», detalla.Las ruinas solo dejan ver parte de la techumbre del ábside y las paredes de la nave. No parece que tuviera campanario y destaca el profundo desnivel exterior entre la cabecera y los pies, aunque todo el suelo está a la misma cota.
Entre la maleza asoman restos de lo que pudo ser la portada original, destruida parcialmente por reformas posteriores, y una inscripción revela el año de construcción de la occidental, 1664.
Siglos después, alguien ha creído que merecía la pena intentar salvar esta pequeña ermita, el primer bien de Burgos que entra este año en la lista de Hispania Nostra; los últimos fueron la Iglesia y Palacio de La Revilla (Rozas) y el Monasterio de Fresdelval, en 2020.