«Hoy es un día tranquilo. A veces estas calles son una fiesta». Así se expresa Verónica al resumir la situación relacionada con la movilidad y el aparcamiento en el entorno de Diego Laínez, Rey don Pedro y San Francisco. Desde luego, no es sencillo encontrar aparcamiento en esta zona de la ciudad aunque no es nada diferente a lo que ocurre en otros barrios 'de toda la vida' donde apenas hay garajes.
Tradicionalmente, Gamonal representa el claro ejemplo de estos problemas generados por las circunstancias urbanísticas del pasado y el posterior desarrollo de social y económico de las urbes. Mientras las nuevas políticas de movilidad insistan en sacar el coche de las calles, estas no pueden absorber el número de vehículos que buscan acomodo en los márgenes de la calzada.
Son situaciones cotidianas y ya asumidas con normalidad porque es un problema que afecta a vecinos, visitantes y profesionales por igual. Ahí están las parcelas 'libres' situadas en los alrededores de La Camposa, convertidas en aparcamientos de urgencia que juegan un papel fundamental para aliviar la evidente falta de espacios disponibles en un sector de la ciudad sin apenas rotación.
Esa es otra característica que comparten los barrios afectados por esta circunstancia. La ausencia de subterráneos o de otro tipo de estacionamientos similares hace que los vecinos dejen los coches en la calle durante largos periodos de tiempo. No queda otro remedio, como le ocurre a los vehículos profesionales que no dudan en parar de forma momentánea en vados y aceras para desarrollar su labor lo más rápida y efectiva posible.
Precisamente, este céntrico enclave está plagado de vados que liberan el acceso a pequeñas lonjas y a los numerosos talleres que ofrecen sus servicios en esas vías. Es mediodía y no se ve un sitio disponible para aparcar, por lo que los márgenes de la subida de Eras de San Francisco se convierten en otro recurso muy importante para los conductores que buscan una solución porque en La Camposa ya no es posible.
La parcela, presidida por los restos de un vallado que desistió de su función para abrir el acceso al solar sin urbanizar, muestra la situación que afecta al resto de las calles paralelas. Los coches apostados a los lados ocupan cada centímetro disponible y los posteriores giros a Subida de San Miguel o Tahonas tampoco ofrecen el menor margen.
Jesús, vecino de la zona, destaca que en los últimos tiempos el problema de los aparcamientos está más vigilado por la Policía Local en todo el entorno, aunque la inevitable acumulación de vehículos -incluso en espacios verdes naturales- a veces dificulta el acceso y la salida a los garajes existentes en los bajos de los edificios.
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